El pésimo suministro de energía eléctrica en el país por parte de la estatal Administración Nacional de Electricidad (Ande) no es coyuntural relacionado únicamente a los cortes y apagones verificados en estos días de altas temperaturas.

Estamos, y hay que decirlo para construir juntos un mejor país, ante un tema de orden estructural que no será si se persiste en mantener un modelo de gestión que termina en incalculables pérdidas para los usuarios en particular y de ahí para el país en su conjunto.

La energía no es un tema menor. Es el tema que a partir de ahora será relevante a nivel mundial. Es la razón de las conflagraciones. Esto está ocurriendo ahora. El posicionamiento geopolítico de los países con la guerra entre Rusia y Ucrania vino a mostrarnos que estamos ante una escalada de acontecimientos que involucra, además de los citados países, a los miembros de la Unión Europea (UE), a China Continental y a los Estados Unidos.

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Rusia tiene el apoyo de China Continental y Ucrania la protección de los Estados Unidos, lo que significa que la Organización del Atlántico Norte (OTAN) está atento para defender sus intereses para evitar el avance ruso sobre otras zonas del este europeo.

Por su parte, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha dicho que estamos cerca de una tercera guerra mundial, opinión que fue contestada por Vladimir Putin, de Rusia, como una cuestión que podría darse si la OTAN persiste en intervenir en la guerra que lleva a cabo con Ucrania.

Lo expresado guarda relación con el tema energético. Los escenarios bélicos son una consecuencia del posicionamiento de fuerzas militares así como de contar con una provisión suficiente de energía que garantice a sus economías seguir creciendo. De nada sirve la conquista de territorios sin un orden interno que solo se consigue con una economía pujante que cree empleos en las respectivas poblaciones.

Este escenario al parecer está lejos de país, pero no es así. Sería de ilusos pensar de ese modo. La hostilidad entre las naciones repercute sobre las rutas terrestres, aéreas y marítimas del comercio, rutas para exportar e importar insumos de todo tipo. Y esto le interesa al Paraguay.

Necesariamente debemos contar con un plan estratégico para evitar, por ejemplo, que los combustibles suban demasiado en sus precios o que las divisas que traen dinero por las exportaciones de nuestros commodities se vean mermadas.

No nos olvidemos que somos un país mediterráneo. Necesitamos no solo abastecer de energía a los que hoy producen y comercializan, sino también aumentar las inversiones en el sector para que los capitales nacionales y extranjeros impacten positivamente sobre nuestra población con más empresas, puestos de trabajo y mejores salarios.

La energía es vital para un país como el nuestro de categoría emergente. La energía significa comunicaciones, transporte, cuidado de la salud, educación, innovación tecnológica y otras necesidades que nuestra población especialmente joven no puede esperar. Y Paraguay está bendecido por una energía renovable y limpia, pero que su administradora, la Ande, está infestada de ineficiencia.

El sector eléctrico debe tener una reforma pero en ningún modo para seguir endeudando al país para luego pasarle dinero a la Ande. Urge un programa de desmonopolización en el sector eléctrico para atraer inversiones y empleos desde el sector privado, en una reforma en la que estamos atrasados cuarenta años como país.

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