En medio de la vida política para­guaya caracterizada por acusa­ciones, peleas entre distintos sectores, mentiras permanen­tes y hasta agresiones violentas, es bueno saber que hay gente que está pensando en ayudar a los más necesitados y en cons­truir un país mejor. Lejos de las confron­taciones estériles, del afán de poner mal a los adversarios está la actitud sabia de los que piensan en los demás y que, por encima de todo, están en el afán de traba­jar por el país y su gente apostando al diá­logo. Que es al final lo que tiene importan­cia y valor para todos los paraguayos, lejos del egoísmo brutal de los politiqueros de cuarta.

Por eso es reconfortante saber que el pre­sidente electo, Santiago Peña, y el vicepre­sidente que lo acompañará, Pedro Alliana, hayan visitado al jefe de la Iglesia católica del Paraguay, cardenal Adalberto Martí­nez, para reflexionar juntos sobre la reali­dad nacional, explicar su proyecto y soli­citar la ayuda de una de las instituciones más respetadas de la sociedad paraguaya. El encuentro se produjo el lunes último. En dicha ocasión hablaron de la necesi­dad de unir a las familias paraguayas y de encontrar, a través del diálogo y el trabajo entre todos, el progreso y el bienestar que aguarda la ciudadanía.

Al término del encuentro, Peña explicó: “La visión del cardenal ha sido muy enri­quecedora, en el sentido de poder sumar desde la óptica de la Iglesia católica en nuestro querido Paraguay, la visión de cómo podemos trabajar hacia los secto­res más vulnerables, que son los que hoy deberían ocupar la agenda del Gobierno de Paraguay”.

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Manifestó que uno de los temas que abor­daron es la necesidad del diálogo entre los paraguayos, destacando que ese es “un músculo que debemos desarrollar”. Reconoció que “apelamos al diálogo solo en los momentos de crisis o de tensión, y nosotros tenemos que acostumbrarnos a tener un espacio de diálogo, de reflexión, de poder escuchar a los diferentes secto­res de la sociedad y anticipar los proble­mas que se presentan y resolverlos antes de que se generen los conflictos”.

Enfatizó que la conversación con el arzo­bispo de Asunción fue muy importante porque se enfocaron los temas priorita­rios para el trabajo de la administración que comenzará el 15 de agosto. Explicó que para la futura gobernabilidad se está dialogando con exponentes de distintos sectores del Partido Colorado y de otras agrupaciones políticas, con el propósito de una colaboración conjunta para llevar adelante a la nación.

La conversación con el dignatario ecle­siástico es relevante para construir la gobernabilidad del país, porque en el Paraguay, con gente mayoritariamente cristiana es importante la postura y el apoyo de la institución eclesial. Así lo demuestran diversos acontecimientos de la historia paraguaya en que la Iglesia ha tenido un importante papel para recons­truir el país después de las guerras y revo­luciones, por su prédica de la hermandad y la caridad entre las personas.

Hay que rescatar la preocupación, casi la obsesión, del mandatario electo por la construcción de un país en que se procure preferentemente el bienestar de la gente, en especial de aquellos sectores más vul­nerables. Lo que implica el alto grado de conciencia que tiene sobre los aspectos más duros de la realidad nacional. Que habla también de su gran sensibilidad como ser humano y político al servicio de la gente, cosa no muy común.

Las expectativas hacia su futura gestión también se observan en el marco de un importante crecimiento económico para este año, según los diferentes indicadores de la evolución de la economía paraguaya, porque se están dando las condiciones en distintos renglones de la actividad pro­ductiva. El Banco Central del Paraguay (BCP) pronostica un alza del 4,5 %, en tanto que el Banco Mundial habla de que la economía paraguaya crecerá 4,8 %. El Fondo Monetario Internacional (FMI) indica un 4,5 %, en tanto que algunas empresas calificadoras de riesgos, como Fitch, señala un alza del 5,8 %.

El contexto en que comenzará la adminis­tración presidencial es muy positivo, por la marcha de la economía, a la que se suma la actitud de los distintos sectores econó­micos y sociales que aguardan con salu­dable expectativa. Sería bueno que todos hagan el esfuerzo para que el Paraguay crezca con fuerza y equidad.

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