De acuerdo con los datos esta­dísticos que se disponen, en todo el país la deserción esco­lar ha decaído desde que en las escuelas públicas se proporciona a los niños la alimentación escolar básica. Muchas familias de escasos recursos se ven incentivadas por la merienda o almuerzo escolar para enviar a sus hijos a las aulas, pues tienen la seguridad de que en las escuelas van a recibir los alimen­tos que no les pueden dar de manera sufi­ciente en sus casas. Mediante ello, para miles de hogares del país, mandar a sus chicos a las instituciones escolares no asegura solo aprender las primeras letras sino la necesaria nutrición para enfrentar el día a día. Muchos alumnos están más ansiosos por lo que les van a dar de comer que por las lecciones de lectura o mate­mática, según la opinión de numerosos docentes.

Hay que reconocer que una de las mejo­res medidas del sistema educativo nacio­nal ha sido la instauración de la merienda y almuerzo escolar en las escuelas estata­les, pues la mayoría de las mismas ofre­cen sus servicios a poblaciones de meno­res recursos económicos de la sociedad. Por eso la merienda escolar no es dema­gogia ni una medida política caprichosa sino una necesidad alimentaria básica para apoyar el estudio y el aprendizaje de conocimientos de los menores.

De acuerdo con la apreciación de espe­cialistas de la educación, desde que en las escuelas públicas se otorgó la merienda o almuerzo a los alumnos, el índice de asis­tencia de los chicos se mantiene elevado. Los conocedores del tema han señalado que el recibir alimentos en las institucio­nes públicas motiva a los chicos a cum­plir con la asistencia a las aulas.

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El presidente del Sindicato Nacional de Directores del Paraguay (Sinadi), Miguel Marecos, fue tajante ante la posibilidad de que se elimine la merienda escolar, como ha propuesto el candidato libe­ral a la Presidencia, Efraín Alegre. “Si esta locura se llega a ejecutar, muchísi­mos niños van a abandonar el sistema escolar”, señaló el dirigente de la entidad gremial que agrupa al mayor número de directores de instituciones educativas.

Los nutricionistas entienden que la ali­mentación es fundamental para un niño, ya que, si no se alimenta bien, no tendrá un buen rendimiento académico. No solo porque la buena nutrición favorece el desarrollo físico, sino porque constituye un aporte importante al desarrollo neu­ronal. Debido a ello la mala alimentación causa déficit en el aprendizaje.

Teniendo en cuenta este aspecto de la realidad educativa, es evidente que los que proponen que el Estado corte la ayuda alimenticia en las escuelas públi­cas no están al tanto de las necesidades de la gente. Están demostrando un alto grado de irresponsabilidad política, eco­nómica y social, ya que pretenden cor­tar un beneficio de enorme importancia para el sector mayoritario de la sociedad paraguaya. Además revela que conocen muy poco la verdadera realidad de una gran porción del país que necesita seme­jante beneficio.

Desde el punto de vista de la propaganda política están haciendo un enorme favor a sus oponentes con semejante proposi­ción impopular, que probablemente les fue aconsejada por sus enemigos o por gente que no tiene ojos para ver ni oídos para escuchar.

Lo menos que se puede pedir de una per­sona que necesita del voto de la gente para sus propósitos políticos es que tenga aunque sea el mínimo del sentido de la realidad, que pueda discernir lo que está bien de lo que está mal. Por lo que la propuesta electoral de dejar de lado la alimentación escolar de los niños es totalmente inaceptable y constituye un grave acto de irresponsabilidad, que por ello tendría que avergonzarles a sus pro­ponentes.

El Estado paraguayo, a través de sus ins­tituciones, debe seguir dando el apoyo alimenticio necesario a los menores que van a las escuelas públicas. Y exigir el mejoramiento de la administración de dicho beneficio que en muchas gober­naciones tiene dificultades de orden práctico por cuestiones organizativas. Alimentar a los niños que lo necesitan es una obligación ineludible de los que detentan la responsabilidad política. No está sujeto a los caprichos antojadizos de los funcionarios de turno, como creen algunos desubicados. Los que no entien­dan este elemental principio no tienen idea de cómo servir al país.

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