La gastada imagen y los antecedentes que arrastra Efraín Alegre, principalmente por su gestión de sus tiempos de ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, como las condiciones en la que tiene a su nucleación política echa por tierra los discursos de cambio que intenta instalar junto con su compañera de fórmula, privando así de oportunidades al Partido Liberal y a toda la oposición que tiene en sus filas a gente muy capaz.
El odioso manejo, la angurria de poder, la intransigencia de Alegre de ceder espacio ha resquebrajado posibles alianzas con otros partidos de la oposición, cuando él y sus leales saben las chances casi nulas de ganar elecciones por su resistente y roída figura. La incapacidad de diálogo espanta votos, que penosamente ha motivado el fraude, como lo visto en las últimas internas con miras a las presidenciales.
El problema del PLRA no está afuera. El enemigo político no es principalmente el Partido Colorado, sino la soberbia y la desastrosa gestión del presidente del partido que ni sus propios correligionarios lo van a votar en abril próximo.
Política es consenso, es superar las diferencias y honrar a la institución partidaria. Esto, lo manejan muy bien los colorados que en el momento decisivo se desprenden de sus ambiciones particulares, para imponer la unidad que es la única fuerza para llegar al objetivo de ganar elecciones.
En estos días, de vuelta volvieron a hacer el ridículo, despertando críticas, burlas en redes sociales al ser viralizada la imagen en la que el senador Blas Llano mostraba una foto de su llamada a Efraín Alegre que no fue respondida. De nuevo se fueron contra el adversario político del Partido Colorado, atribuyendo fantasiosos vínculos entre el parlamentario y el movimiento Honor Colorado, una muestra más de la falta de tino en el manejo de la institucionalidad de la nucleación azul.
Están llevando del fracaso a la humillación al segundo partido político con mayor cantidad de afiliados de la República. A meses de las elecciones generales, alimentan la discordia, la persecución, el pase de factura, dejando entrever que el cuoteo político, la prebenda que tanto critican forma parte de sus métodos partidarios al momento de pelear cargos públicos.
Lo ocurrido hace días en Concepción es un ejemplo de cómo se pasan facturas, en detrimento de sus propios afiliados. Acomodan gente en cargos públicos con fines electoralistas, la rivalidad detona en la salida de los beneficiados dejando al tapete que no tienen autoridad moral para criticar a nadie.
El fraude confirmado por el propio Ministerio Público y que afecta a operadores del mismo presidente del PLRA, cometido durante las votaciones del 18 de diciembre pasado, es otra muestra de que la institución y las leyes no importan. Miles de ciudadanos hemos sido testigos de cómo manipulaban las urnas electrónicas, tenían fajos de papeletas en las manos que luego no coincidieron con la cantidad de votantes registrados en esa mesa. Es decir, hubo más papeletas que electores, dicho por el propio Ministerio Público.
El comportamiento del presidente del PLRA y el manejo autoritario, poco amigable con sus detractores en busca del fortalecimiento institucional, le facilitan el camino al Partido Colorado. No tienen chance de llegar a la esquina, someten a los afiliados como al electorado en general a la disputa, emprenden campañas de pura agresión, sin propuestas para el país.
Aspirar a la Presidencia de la República manejando tan desastrosamente la propia institución partidaria es un tanto utópico. La gente se merece autoridades con capacidad de gestión, inteligentes, con temperamento para afrontar problemas con cautela, no atropellando, amenazando, incendiando instituciones o invadiendo a los privados.
Estamos en una difícil coyuntura, en la que necesitamos elegir a los mejores, obviamente para estar mejor, eso implica reactivar la economía y generar fuentes trabajo, principalmente, objetivos de los que difícilmente tengan conocimiento y conciencia quienes no son muy afines al trabajo. Recordemos que ni ese perfil tiene Efraín Alegre, que en 60 años recién cumplidos, 40 se pasó colgado del Estado, gracias al Partido Liberal.
El pueblo liberal sabe que estas próximas elecciones generales serán otra oportunidad perdida, sin embargo, no encuentran la salida para sanear el partido, consensuar metas de trabajo para convencer al electorado. Con las autoridades actuales, los resultados están a la vista.
Se dedican a patotear a quienes trabajan, persiguen a sus propios correligionarios que se enmarcan en el disenso y buscan espacios de poder destruyendo instituciones como la inversión privada que sustenta a miles de personas. Por si no quieran darse cuenta, el panorama de vuelta se torna desolador para las aspiraciones que pudieran tener los seguidores de la oposición que, mientras no ubiquen a verdaderos líderes en sus partidos, continuarán frustrándose en derrota.