El adjetivo desastre que se ganó como calificativo este Gobierno va para peor. La rifada de car­gos, licitaciones despiadadas, sin justificación, atribuidas al operativo electoral en busca del continuismo están prácticamente rematando el país y aun así el candidato oficialista no logra repuntar.

La serie de encuestas de posicionamiento de candidatos mandan a pique constan­temente al Vicepresidente en sus inten­ciones para el 2023 y esta frustrante situación, literalmente lleva a la locura a todo el Gobierno. Las últimas delirantes expresiones del presidente de la Repú­blica muestran el desesperado tramo que atraviesan, por la desaprobación a sus aspiraciones electorales como consecuen­cia de la cruel gestión que les adjudica el mote de gobierno del desastre.

El Presidente se jacta de que le tocó gobernar en tiempos de crisis, la gente en la calle; sin embargo, sabe que gran parte de su gobierno se aprovechó de la crisis para inflar sus bolsillos o la de sus amigos.

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Fueron US$ 1.600 millones de préstamos para afrontar la pandemia que no gene­raron impacto en el fortalecimiento de la salud, así como ocurre con otros fondos y otros rubros.

El Presidente sabe que ya no tiene chan­ces con la gente, menos con los miles de ciudadanos que perdieron a sus familiares por el covid a causa de la precariedad en la asistencia sanitaria. De hecho, la última encuesta del Centro Estratégico Latinoa­mericano de Geopolítica (CELAG), pre­sentada hace un par de semanas echó por tierra la gestión de Mario Abdo, a quien el 91% de los encuestados lo aplazaron por corrupción.

Las compras en pandemia dejaron daños económicos como morales que son irre­versibles. Se armaron verdaderos esque­mas de recaudación, se aprovecharon lici­taciones para sobrefacturar como ocurrió con la compra de tapabocas, agua tónica, las camas “de oro” que vendió el clan Ferreira, para quienes facilitaron adjudi­cación de US$ 13,5 millones en el Ministe­rio de Salud, apenas inició la cuarentena por la crisis sanitaria.

Se aplazaron en salud y en todos los rubros. Las obras abandonadas en 70 establecimientos educativos que dejó a 24.000 niños sin aulas nuevas son lega­dos que duelen. Así como estos, hay una gran cantidad de licitaciones fallidas a causa del amiguismo y la corrupción. Esta desastrosa administración es la princi­pal rival del Presidente y es la que tumba sus aspiraciones políticas como la de sus aliados.

El Presidente y los suyos están rifando fondos estatales. El gobierno de Mario Abdo está minado de contrataciones pro­selitistas.

En Justicia, Édgar Olmedo, aliado de Mario Varela por Caaguazú, está detrás de “contrataciones temporales” de casi 800 personas. En Petropar, Denis Lichi metió una veintena de recomendados con miras a las internas, su administración se pasa fabricando licitaciones de asesora­mientos, regalos, publicidad con fuerte tufo electoral, dicho en plena sesión de la Cámara de Senadores, desde donde lo ins­taron a parar con el despilfarro.

Ni hablar en el Ministerio de Obras Públi­cas, cartera que ha sido centro de escán­dalos rutinarios con caída de puentes, la pasarela “de oro” contratación amañada y sobrefacturada según la Contraloría Gene­ral de la República. Precisamente en esta institución están detrás de una licitación ya conocida como paradas “de oro”, de unos US$ 12 millones que quieren llevar adelante con otro préstamo a costa de la ciudadanía.

Mientras tanto, en Salud Pública y en IPS la gente llora miserias a diario, que en situaciones extremas se vale de la prensa para tratar de salvar la vida de algún ser querido. Es un Gobierno convertido en un barco a la deriva, donde los que pueden se enfocan en hacer campaña, en algu­nos casos valiéndose de influencias para manipular políticamente informaciones sensibles de carácter reservada, todo para seguir mamando del Estado.

La inseguridad galopante, intensificada y fortalecida en los tiempos del ministro con amigo narco, Arnaldo Giuzzio tam­bién deja sangrientos resultados. Robos y sicariatos surgieron y se diseminaron como hongos, han dejado las fronteras para tomar territorio en el departamento Central y otras zonas del país.

Estos son los desastres que quedan del gobierno de Mario Abdo, que ahora en vez tratar de enmendar en algo el tremendo perjuicio a la sociedad producto de la malísima gestión, directamente dejan las oficinas para hacer campaña. Cero autori­dades morales para seguir representando al país en medio de estos proselitismos que nos cuestan caro a los contribuyentes, de ahí que, lo mejor que podemos esperar es que se vayan pronto.

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