“Duele decirlo, pero hay que decirlo”

Con el título de “La recuperación mundial está desacelerándose al tiempo que aumentan las divergencias entre sectores económicos y regiones” el Fondo Monetario Internacional, en su informe “Perspectivas de la economía mundial” (actualización del de enero pasado o “World economic outlook update (WEO)”, revisa sus proyecciones, enfatizando que los problemas continúan en la economía, con un menor crecimiento y mayores divergencias entre las partes.

Se proyecta que el crecimiento mundial disminuya de un 3,5 % estimado para 2022 a 3,0 % en 2023 y 2024. La subida de las tasas de interés de política monetaria de los bancos centrales para combatir la inflación sigue lastrando la actividad económica. Se prevé que el nivel general de inflación mundial descienda de 8,7 % en 2022 a 6,8 % en 2023 y 5,2 % en 2024. Se proyecta que la inflación subyacente (básica) disminuya de forma más gradual, habiéndose revisado al alza los pronósticos para la inflación en 2024.

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El reciente acuerdo para elevar el techo de la deuda de Estados Unidos y las firmes medidas adoptadas a principios de este año por las autoridades para contener la turbulencia bancaria en Estados Unidos y Suiza redujeron los riesgos inmediatos de trastornos en el sector financiero. Esto moderó los riesgos adversos para las perspectivas. No obstante, considerando los riesgos existentes, la perspectiva del crecimiento mundial se inclina a la baja. La inflación podría seguir siendo elevada e incluso aumentar si se producen nuevos shocks, como los derivados de un recrudecimiento de la guerra en Ucrania y eventos meteorológicos extremos, que inducirían una política monetaria más restrictiva. La turbulencia en el sector financiero podría retornar conforme los mercados se adaptan al nuevo endurecimiento de la política por parte de los bancos centrales. La recuperación de China podría desacelerarse, en parte debido a los problemas inmobiliarios no resueltos, que acarrean efectos de contagio transfronterizo negativos. Las tensiones por sobreendeudamiento soberano podrían propagarse a un grupo más amplio de economías. Por el lado positivo, la inflación podría disminuir más rápidamente de lo previsto, reduciendo así la necesidad de una política monetaria restrictiva, y la demanda interna podría otra vez demostrar ser más resiliente.

En la mayoría de las economías, la prioridad sigue siendo lograr una desinflación sostenida garantizando a la vez la estabilidad financiera. Por lo tanto, los bancos centrales deben mantener su atención centrada en restaurar la estabilidad de precios y reforzar la supervisión financiera y la vigilancia de los riesgos. De materializarse las tensiones en los mercados, los países deberían proporcionar liquidez sin demora y a la vez mitigar el posible riesgo moral. También deberían constituir reservas fiscales, y cerciorarse de que la composición del ajuste fiscal dirija el apoyo hacia los más vulnerables. Al mejorar el lado de la oferta de la economía se facilitaría la consolidación fiscal y se propiciaría un descenso más suave de la inflación hacia los niveles fijados como meta. Así se lee la continuidad de los problemas.

Se proyecta que el crecimiento mundial disminuya de un 3,5 % estimado para 2022 a 3,0 % en 2023 y 2024. La subida de las tasas de interés de política monetaria de los bancos centrales para combatir la inflación sigue lastrando la actividad económica. Se prevé que el nivel general de inflación mundial descienda de 8,7 % en 2022 a 6,8 % en 2023 y 5,2 % en 2024. Se proyecta que la inflación subyacente (básica) disminuya de forma más gradual, habiéndose revisado al alza los pronósticos para la inflación en 2024.

El reciente acuerdo para elevar el techo de la deuda de Estados Unidos y las firmes medidas adoptadas a principios de este año por las autoridades para contener la turbulencia bancaria en Estados Unidos y Suiza redujeron los riesgos inmediatos de trastornos en el sector financiero. Esto moderó los riesgos adversos para las perspectivas. No obstante, considerando los riesgos existentes, la perspectiva del crecimiento mundial se inclina a la baja.

La inflación podría seguir siendo elevada e incluso aumentar si se producen nuevos shocks, como los derivados de un recrudecimiento de la guerra en Ucrania y eventos meteorológicos extremos, que inducirían una política monetaria más restrictiva. La turbulencia en el sector financiero podría retornar conforme los mercados se adaptan al nuevo endurecimiento de la política por parte de los bancos centrales. La recuperación de China podría desacelerarse, en parte debido a los problemas inmobiliarios no resueltos, que acarrean efectos de contagio transfronterizo negativos. Las tensiones por sobreendeudamiento soberano podrían propagarse a un grupo más amplio de economías. Por el lado positivo, la inflación podría disminuir más rápidamente de lo previsto, reduciendo así la necesidad de una política monetaria restrictiva, y la demanda interna podría otra vez demostrar ser más resiliente.

En la mayoría de las economías, la prioridad sigue siendo lograr una desinflación sostenida garantizando a la vez la estabilidad financiera. Por lo tanto, los bancos centrales deben mantener su atención centrada en restaurar la estabilidad de precios y reforzar la supervisión financiera y la vigilancia de los riesgos. De materializarse las tensiones en los mercados, los países deberían proporcionar liquidez sin demora y a la vez mitigar el posible riesgo moral. También deberían constituir reservas fiscales, y cerciorarse de que la composición del ajuste fiscal dirija el apoyo hacia los más vulnerables. Al mejorar el lado de la oferta de la economía se facilitaría la consolidación fiscal y se propiciaría un descenso más suave de la inflación hacia los niveles fijados como meta.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó también al alza sus previsiones de crecimiento para Latinoamérica y el Caribe gracias a un avance superior a lo esperado de las mayores economías de la región, Brasil y México.

En la revisión de sus previsiones económicas mundiales publicada, el FMI cree que Latinoamérica crecerá el 1,9 % en 2023, tres décimas por encima de lo que predijo en abril, y para 2024 mantuvo su previsión del 2,2 % para el conjunto de la región.

El crecimiento latinoamericano estará este año y el próximo bastante por debajo del de 2021, cuando repuntó hasta el 7 %, y del 3,9 % de 2022, cuando continuó su recuperación tras la pandemia. Según explicó en una entrevista el director de Investigación del Fondo, Pierre-Olivier Gourinchas, la demanda interna en la región sigue siendo “relativamente fuerte”, aunque se espera que este año se debilite con respecto a 2022.

Recordó que esta región fue la primera en aplicar una política monetaria restrictiva para combatir la inflación, sus bancos centrales reaccionaron mucho antes de que lo hicieran la Reserva Federal de Estados Unidos o el Banco Central Europeo, y eso hizo que sintieran antes los efectos de las subidas de tipos sobre su economía.

Por eso, aunque se ha logrado que baje la inflación en la región, la ralentización es producto de un año y medio de política monetaria restrictiva. Por esas razones, el crecimiento será menor que el del año pasado, pero no tan bajo como el calculado en abril por el Fondo gracias, sobre todo, al mejor comportamiento de Brasil y México.

Así, el FMI prevé ahora para Brasil un crecimiento del 2,1 %, lo que supone 1,2 puntos más que el que preveía en su anterior informe, y para 2024 espera un crecimiento del 1,2 %, tres décimas por debajo del que calculaba antes.

Para México, el Fondo espera un crecimiento este año del 2,6 %, ocho décimas por encima del que estimaba en abril, y para 2024 deja el crecimiento en el 1,5 %, una décima por debajo.

En esta revisión, el informe no incluye los datos individualizados del resto de países de la región (como Paraguay). Pero hay que constar que el informe mensual de julio de Itaú (Brasil) subió de 5 % a 5,6 % su proyección de crecimiento para nuestro país, que de concretarse sería el mayor avance desde 2013, cuando se logró un crecimiento del 8,3 %.

Según apuntó Gourinchas, Brasil ha logrado un “importante repunte” en su sector agrícola y ha contagiado a otros sectores como los servicios, mejorando las ganancias. “La economía del país se está comportando bastante bien” y por eso mejoran sus previsiones de este año, dijo.

En cuanto a México, Gourinchas recalcó que la economía de ese país también está funcionando “bastante bien”, en parte por sus estrechos lazos económicos con Estados Unidos.

Recordó que la previsión de crecimiento de este año para Estados Unidos ha mejorado en dos décimas hasta el 1,8 %, y que “su más importante socio comercial”, México, sentirá los “efectos” de dicha mejora.

Además, mirando al medio plazo, puede haber otro beneficio importante para México y es el papel que puede jugar en un escenario de fragmentación geoeconómica.

Señaló en este sentido que hay actualmente muchas discusiones al respecto con tendencias como el “nearshoring”, el traslado de negocios a países cercanos, y de eso México se va a beneficiar gracias a su relación con Estados Unidos.

En el caso argentino, el FMI advirtió que el país sufrirá una recesión del 2,5 % este año y anticipó que crecerá 2,8 % en 2024. De este modo, redujo drásticamente su pronóstico previo sobre el país, que en abril marcaba un muy leve crecimiento del 0,2 % para este año. En cambio, la proyección para el año próximo mejoró respecto del 0,8 % estimado en abril último.

El FMI por fin ajustó el crecimiento de Argentina a un nivel compatible con los efectos de la sequía. Aumentaron el crecimiento de 2024, aunque no llega a compensar”. El resumen de los riesgos globales: Latinoamérica no está exenta de verse afectada por los riesgos a la baja que también pueden empeorar las cifras de las economías de todo el mundo, y que el FMI cita en su informe mundial.

En la mayoría de las economías, la prioridad sigue siendo lograr una desinflación sostenida garantizando a la vez la estabilidad financiera.


El FMI revisó también al alza sus previsiones de crecimiento para Latinoamérica y el Caribe gracias a un avance superior a lo esperado de las mayores economías de la región, Brasil y México.

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