La noticia se generó en EE. UU., pero llegó a la velocidad de un clic. Una foto en la que se puede ver a un hombre tomándose una selfi mientras en el fondo personal de emergencia trabaja para asistir a una mujer que acababa de ser atropellada, detonó un debate ético que recorrió el mundo.

Es un drama que se desarrolla lejos de nosotros, pero que sus implicancias nos vienen golpeando desde hace tiempo. Vivimos tiempos vertiginosos. Tiempos acelerados. Para nosotros, los mayores de 50, que vivimos el cambio de una generación, es aún más notorio. Intimidante incluso.

La tecnología nos va marcando el compás de nuestras vidas, de la que retratamos cada momento, como si una foto fuera a garantizarnos un momento efímero de felicidad.

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Pero es más comprometido aún. Hoy los chicos están convencidos de que cuanto más peligrosa es la filmación o la selfi, más éxito tendrán en las redes, sin comprender que la popularidad no se mide por lo que la gente piense de nosotros, sino por lo que en ver dad somos sin hacerlo saber a los demás.

Pero la misma sociedad, esos amigos que ni siquiera conocemos, nos empuja a caer en la tentación de querer caer bien. Los “me gusta” nos animan y nos vuelven dependientes de la aceptación virtual de lo que retratamos. Y, sin embargo, es la misma sociedad la que critica la forma absurda con la que, en casos, desafiamos a la muerte y nos alejamos de los valores fundamentales.

Más allá de que seas o no católico, el papa Francisco insistía en un video hace un tiempo sobre las posibilidades que ofrecen las redes sociales y la responsabilidad que conllevan, incluso iba aún más lejos: hacía un llamado a “no dejar que el resplandor de la juventud se apague en la oscuridad de una habitación cerrada en la que la única ventana para ver el mundo sea el ordenador o el teléfono”.

Los momentos se disfrutan en silencio, no es necesaria una foto o un video. Y las tragedias ajenas no necesitan viralizarse ni ir de teléfono en teléfono. Al terminar el día, los buenos recuerdos van a quedar en tu corazón y los malos quizás en el olvido.

La responsabilidad es tuya, pero lo que vemos puede afectar a otras personas. Y esa... sí es tu responsabilidad.

Etiquetas: #responsabilidad

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