DESDE MI MUNDO

  • Por Carlos Mariano Nin
  • Columnista

Era un domingo especial. Domingo de pascuas, nada hacía presagiar la tragedia, aunque el miedo nunca se despegaba de la familia de Laura (nombre ficticio de una historia real).

El hombre entró por el fondo sigilosamente, pero cegado por la ira desmedida. Vio a su hijastra Laura y desde la ventana disparó con toda esa violencia con la que tenía amenazada a la familia.

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Tenía 17 años y muchos sueños.

No fue un hecho fortuito, el hombre contaba con una orden de alejamiento tanto de la vivienda de su ex pareja, como de la mujer y su hija e incluso contaba con una orden de captura. Había sido infinidad de veces denunciado por violencia familiar y algunos episodios de abuso sexual en niños.

Aún así el asesino llegó hasta la casa y mató.

Lejos del área central, en Alto Paraná, un guardia de seguridad confesaba, ese mismo domingo de Pascuas, que había asesinado a su pareja de cinco puñaladas y arrojado su cuerpo al río Monday.

En el 2015 el hombre había sido denunciado por violencia familiar en Curuguaty, en febrero de este año también por violencia intrafamiliar, pero los policías de la Comisaría 8va. de Minga Guazú no remitieron la denuncia a la Fiscalía. Además, tiene denuncias de hurto, hurto agravado, simulación de un hecho punible, lesión y amenazas.

En ambos casos las víctimas fueron desprotegidas por el Estado que debe velar por nuestra seguridad.

No son hechos aislados, el sistema está fallando. Es alarmante.

El Observatorio de igualdad y no discriminación del Centro de Documentación y Estudios lleva registrados 18 feminicidios en lo que va del año. Sí, dieciocho en solo cuatro meses.

Solo en lo que va del año, 18 niños pequeños quedaron huérfanos.

Es un drama que escapa más allá de nuestra comprensión. Imposible de dimensionar el daño. Hijos huérfanos, miedo, familias destrozadas y un tendal de traumas sociales.

Y siempre hay cifras para recordarnos que podemos estar peor en contra de cualquier atisbo de optimismo: un estudio revela que el 80% de las víctimas de feminicidio tienen entre 18 y 39 años y que 8 de cada 10 fueron víctimas de sus propias parejas.

La violencia es un problema de salud mental, algo que descuidamos en medio de los problemas cotidianos y que afecta tanto a hombres como mujeres.

En el 2021 la Fiscalía atendió a 29.288 víctimas de violencia familiar. Cada tres minutos, al menos una mujer fue víctima de algún tipo de violencia.

La violencia de género es una realidad. No la obvia porque es obvia, pero ganaríamos más si tratásemos el problema desde el fondo y no desde la perspectiva del machismo o el feminismo.

Dos casos en la tele te llevan a tu casa lo grave que es la situación cuando se escapa de las manos.

La sociedad debería entender que no se discute el feminicidio como una ideología, sino como una problemática que debe ser abordada por todos.

La violencia en el noviazgo, en el matrimonio, entre hermanos, en el fútbol, en la escuela, en el trabajo o donde sea, debería ser una señal. Se puede tratar antes de que sucedan este tipo de tragedias que nos devuelven a la realidad, una realidad que vive entre nosotros.

Pero esa... esa es otra historia.

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