El Mercosur como un todo crecería solo 0,4% en el 2023. En el 2022 el avance económico fue del 3,4%. Según informes del departamento de estudios económicos del banco Itaú (San Pablo, Brasil), lo que más cambió con respecto a los pronósticos un poco anteriores es el deterioro más pronunciado de la economía argentina. Al respecto se señala: “La sequía afectará a la actividad”. Revisamos nuestro pronóstico del PIB para el 2023 a -3% desde -1.5%, gracias a estimaciones recientes de una pérdida de soja del 20% y la producción de maíz debido a las malas condiciones climáticas y un carry negativo a partir del 2022, además de los apretados controles de importación. Mantenemos nuestro pronóstico de inflación de 100% para este año, con riesgo al alza. Esperamos que el Gobierno recurra una vez más a múltiples tipos de cambio y controles para impulsar las reservas internacionales mínimas y evitar una depreciación desordenada del tipo de cambio oficial. Mientras tanto, el Tesoro planea un intercambio voluntario de deuda denominado en ARS para alargar los vencimientos más allá del 2023. Horacio Rodríguez Larreta, alcalde de la ciudad de Buenos Aires y miembro clave de la principal coalición opositora, anunció su participación en las primarias presidenciales”.

En el caso de Brasil La actividad se desacelera, y los riesgos fiscales y monetarios siguen elevados”. Con la desaceleración que debe continuar, tendríamos un producto interno bruto (PIB) terminando el año con un alza del 1,3%, y del 1% en el 2024. Dado el escenario de crecimiento débil, esperamos que la tasa de desempleo cierre el año en 8,6%, y un ligero aumento al 8,7% en el 2024. Mantenemos nuestra proyección de tipo de cambio de R$ 5,30 por dólar en el 2023 y del R$ 5,40 por dólar en el 2024. Revisamos la proyección de inflación para el 2023 a 6,1%, de 6,3% (anterior), incorporando cortes en los precios de las gasolinas.

La sequía arrastra a la baja al PIB”, define así la situación en Uruguay: “Nuevamente bajamos nuestro pronóstico de crecimiento del PIB para este año a 1,5%, desde 2,0% en nuestro escenario anterior, debido a una sequía severa y un crecimiento más lento en Argentina (también afectado por condiciones climáticas adversas). El gobierno anunció recientemente una rebaja de impuestos con un costo fiscal de 0,2% del PIB. Mantenemos nuestra estimación de déficit fiscal en 2,6% del PIB, en línea con la proyección del Ministerio de Economía y Finanzas, pero ahora notamos riesgos para esta proyección debido a nuestra expectativa de una actividad más débil debido a la sequía”.

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Y en el caso de nuestra economía, la define “En pausa por ahora”: “Nuestra previsión de crecimiento del PIB para este año se sitúa en el 5,0%. Estamos menos preocupados por una nueva sequía en la cosecha de soja después de sufrir la peor sequía de la historia el año pasado, mientras que una probable recuperación en la generación de energía será un impulso adicional del crecimiento del PIB este año. Esperamos una tasa de política monetaria de 7,0% para diciembre, con el Banco Central comenzando a recortar tasas en el segundo semestre. Creemos que las tasas más altas en el exterior pueden llevar al Banco Central a posponer los recortes de tasas en el corto plazo, a pesar de la caída de la inflación interna y las expectativas de inflación ancladas”. Todo lo anterior a tener en cuenta en nuestro escenario político electoral que define un nuevo gobierno a partir del 15 de agosto. La vecindad no pasa por su mejor momento y ello afecta la disponibilidad de recursos para crecer, lo que exige una capacidad de administración y ejecución del Gobierno y sus planes que no la tiene Efraín Alegre. Al contrario, sus promesas angelicales implican un derroche de recursos escasos y fuente de despilfarro, de la mano de una fuerte suba de impuestos, no en un escenario de negociación sino de confrontación, con su manejo autoritario y su odio a la producción en general. La capacidad y la experiencia de “Santi” Peña se imponen como la mejor decisión para evitar la inestabilidad. Was gesagt werden muss, muss gesagt werden. Duele decirlo, pero hay que decirlo.

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