Usualmente la generación que tuvo a su cargo la fundación de la empresa ha tenido que hacer grandes sacrificios a lo largo de su vida para crecer y poder sacar adelante el negocio.

Muchas de las empresas familiares que conocemos en nuestro medio se iniciaron como pymes, y algunas gracias al ingenio, la contracción al trabajo y la visión de futuro de sus fundadores hoy día se han convertido en empresas corporativas importantes.

Hasta ahora muchas de las pymes son creadas por emprendedores como una fórmula de autoempleo, ante la dificultad por falta de recursos, o bien porque han decidido dejar sus fuentes de trabajo y emprender con vista a un mejor futuro.

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Ejemplo de estos tipos de empresas son innumerables y los tenemos esparcidos por toda Latinoamérica, donde en muchos casos han sido fundadas por humildes emigrantes que llegaban al país de destino con la esperanza de encontrar un futuro mejor con escasísimos recursos económicos (Argentina, es un ejemplo claro de ello, pues miles de emigrantes europeos se han afincado en dicho país y hoy son prósperos empresarios (ya seguramente a través de continuadores de la segunda o tercera generación).

Solemos escuchar a menudo: “El hambre agudiza el ingenio”. Es el caso de muchos empresarios que empezaron con modestos negocios, pero que con el correr de los años acabaron formando imperios comerciales, donde el fundador muchas veces con la ayuda de su esposa hacia el mismo pan de madrugada para luego venderlo desde primeras horas del día.

Aquí en nuestro país conozco la historia de los fundadores de Alberdín, iniciando el negocio de forma muy pequeña en la esquina de Alberdi y avenida Quinta vendiendo empanadas con una pequeña, casi artesanal maquinita de amasar que los clientes podían apreciar pues los dejaron como un símbolo dentro del salón de ventas.

Era niño, y cuando iba al colegio por las mañanas me parece verlos a ese laborioso matrimonio, caminar juntos con una canastita hasta la Plaza Italia para comprar huevos, pues allí llegaban del interior colectivos que traían de todo y se ubicaban sobre la calle Jejuí.

No cabe ninguna duda, de que así como este matrimonio ha tenido que trabajar muy duro, sacrificarse hasta el extremo, desarrollar un gran sentido del ahorro para seguir invirtiendo en el negocio, anteponiendo lo profesional a cualquier otra cosa, también muchos otros se habrán iniciado de igual forma.

Así se han forjado muchos grandes empresarios que merced a su inteligencia, esfuerzo, trabajo y austeridad han llegado a construir un negocio sólido capaz de emplear a mucha gente y crear riqueza, bienestar, no solo para la familia, sino también para la comunidad.

Se dan casos en que los hijos de los empresarios fundadores de la empresa nacen en escenarios diferentes a los vividos por sus padres. El bienestar económico de la familia permite a los hijos disfrutar de muchas cosas inalcanzables para sus progenitores, posibilidad de acudir y estudiar en buenos colegios y universidades, incluso a especializarse en cursos de posgrado en las mejores escuelas de negocios del mundo, disponiendo de dinero, lindos vehículos, diversión, ropa y la posibilidad de viajar y conocer varios países del mundo.

A veces se dan situaciones que nuestros padres ante los sacrificios que han pasado para poder labrarse una situación próspera y acomodada, conceden a sus hijos sus caprichos a fin de evitar que pasen dificultades que ellos los vivieron en su infancia y juventud.

Son contados los casos en que los hijos superan las cotas de éxito de sus padres, si bien hoy día con la formación académica y especializada que tienen muchos de ellos, los pueden aprovechar a través de una dirección de sus empresas con un enfoque diferente, que se adecuen al comportamiento actual de los mercados poniendo más énfasis en la satisfacción de sus clientes que en los mismos productos que los comercializan y así logran ser rentables y competitivos.

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