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El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, enfrenta su mayor crisis desde que lo eligieron, hace dos años y medio, para limpiar el desastre que dejó su predecesor populista, el presidente Rafael Correa. El país está en crisis. La decisión del presidente de librar al país de los subsidios al combustible, bien recibidos pero excesivos, ha provocado disturbios y saqueos en todo el país. Tiendas, propiedades agrícolas y oficinas gubernamentales en Quito, la capital, han sido saqueadas. Se ha impuesto un toque de queda en áreas cercanas a edificios gubernamentales y aeropuertos. Moreno se sintió obligado a trasladar su gobierno a la ciudad portuaria de Guayaquil y a declarar un estado de emergencia. La situación es terriblemente volátil.

Mientras tanto, los precios en las gasolineras han subido. Taxistas y conductores de autobuses furiosos se declararon en huelga y bloquearon cientos de cruces viales. Cuando arrestaron a sus cabecillas, surgieron protestas aún más furiosas, impulsadas por sindicatos, activistas de izquierda y estudiantes. Cuenca, la tercera ciudad del país, está siendo abastecida por medios aéreos. Petroamazonas, una compañía petrolera estatal, se ha visto obligada a detener la producción en tres campos petroleros, por lo cual ha reducido la producción nacional de 550.000 a 385.000 barriles por día.

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EL CONTRABANDO

En términos generales, la crisis fue provocada por la decisión de Moreno de cumplir con los términos del Fondo Monetario Internacional a fin de obtener una inyección de efectivo de 4.200 millones de dólares, el 4% del Producto Interno Bruto de Perú. Esto es necesario para devolverle un sustento sólido a la economía ecuatoriana después de una década de mala gestión en manos de Correa, un socialista radical que admiraba al ex presidente Hugo Chávez de Venezuela. Desde que llegó al poder, Moreno se ha movido hacia adelante con cautela, pero este mes tomó el riesgo de recortar los subsidios a los combustibles, excepto los del gas natural licuado, que le han costado al tesoro 60.000 millones de dólares en las últimas cuatro décadas.

Un estudio reciente del Banco Interamericano de Desarrollo dice que los subsidios beneficiaban principalmente a las personas más acomodadas. Además, gran parte del combustible se pasaba de contrabando a los vecinos de Ecuador, Colombia y Perú, donde los precios oficiales han sido mucho más altos. Moreno sabía que su decisión, promulgada por decreto presidencial, provocaría indignación. Ningún gobierno anterior se había atrevido a hacerlo.

ELEVAR EL UMBRAL

Su administración había tardado en finalizar su paquete de reformas fiscales y laborales, por lo que el FMI ha elogiado a Moreno por su audacia al tomar la decisión de reducir los subsidios por decreto. Algunos economistas lo comparan favorablemente con el presidente Mauricio Macri de Argentina, que ha demostrado ser igualmente impopular al tiempo que promulga reformas similares, pero con mayor timidez. Moreno también decidió sacar a Ecuador de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, con la esperanza de aumentar las exportaciones más allá de las cuotas de la OPEP, cuando, y en caso de que, los manifestantes se calmen o sean suprimidos.

Para suavizar las dificultades que muchos ecuatorianos sufrirán por el inevitable incremento en las tarifas de transporte y otros precios, Moreno ha prometido aumentar los pagos de asistencia social a las familias pobres de 50 a 65 dólares por mes y elevar el umbral de elegibilidad para ofrecer beneficios a casi cinco millones de los 17 millones de ecuatorianos. También tiene la intención de reducir los aranceles a los teléfonos móviles y las computadoras. Hasta ahora, la clase media ha estado contenta con sus reformas.

RAFAEL CORREA

Su principal antagonista político es su predecesor, que ha exigido la realización de elecciones anticipadas y dice que el presidente está cosechando lo que sembró. Sin embargo, Correa tiene sus propios problemas, ya que quizá pronto deba enfrentar cargos de corrupción y financiamiento ilegal de campañas derivados de su tiempo en el poder. Está en Bélgica en un exilio autoimpuesto. Moreno también lo culpa de provocar la violencia durante las protestas, supuestamente en contubernio con su amigo el presidente Nicolás Maduro de Venezuela, el sucesor despótico de Chávez.

Moreno está decidido a no tener el mismo fin que los dos presidentes anteriores, que fueron derrocados a raíz de los disturbios de 2000 y 2005. Su equipo ha comenzado a negociar en silencio con una organización influyente de pueblos indígenas, conocida como Conaie. Algunas personalidades académicas, eclesiásticas y de las Naciones Unidas están fungiendo como mediadores.

LA ESPERANZA

Mucho depende de cómo se desarrollen los disturbios. La esperanza de Moreno es superar la tormenta y permitir que Ecuador siga el ejemplo de reforma establecido por Chile o Uruguay, en lugar de caer en otra década de inestabilidad como la que precedió a la presidencia de Correa.

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