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Los críticos del capitalismo no se han percatado. Todos dicen que el trabajo es miserable. Los trabajadores actuales, si han tenido la suerte de librarse de la economía de contratos temporales y tienen un empleo real, no tienen ningún control sobre su vida. Los patrones sin escrúpulos les pagan menos de lo que merecen y los explotan. Además, su futuro es incierto, pues la proliferación de las máquinas amenaza con acabar con sus posibilidades de conseguir empleo.

El único problema de este panorama sombrío es que es totalmente contrario a la realidad. La mayor parte del mundo desarrollado disfruta un auge laboral de dimensiones sin precedentes. No solo abundan los empleos, sino que también, en promedio, han mejorado. El capitalismo mejora las condiciones de los trabajadores mucho más rápido de lo que había hecho en años, pues los mercados laborales con menor oferta que demanda les dan más poder de negociación. El clima intelectual y cultural no coincide con los datos.

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SOLO EL TRABAJO

En Estados Unidos, la tasa de desempleo es de solo 3,6%, la más baja en 50 años. Un aspecto menos difundido es la abundancia de empleos en la mayor parte del mundo desarrollado. Dos terceras partes de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), un club integrado por una mayoría de países ricos disfrutan tasas de empleo récord en el rango de 15 a 64 años de edad. En Japón, el 77% de este grupo tiene empleo, indicador que se elevó 6 puntos porcentuales en 6 años. Este año, los británicos trabajarán la cantidad récord de 350.000 millones de horas. Alemania atraviesa una bonanza en ingresos tributarios como consecuencia de un aumento en la fuerza de trabajo. Incluso en Francia, España e Italia, donde el desempleo todavía es relativamente alto, el empleo entre las personas en edad productiva se ubica alrededor de los niveles registrados en el 2005, o incluso por encima de ellos.

El auge laboral que experimentan los países ricos es en parte cíclico, gracias a una década de estímulos económicos y a la recuperación lograda desde la Gran Recesión. Sin embargo, también refleja cambios estructurales. Las poblaciones son cada vez más educadas. Los sitios web son muy eficientes para asignar las plazas vacantes a los solicitantes calificados. Además, cada vez trabajan más mujeres. De hecho, las mujeres representan casi todo el crecimiento registrado en la tasa de empleo del mundo desarrollado desde el 2007. Las políticas a favor de la familia aplicadas en Europa propiciaron esta situación; no obstante, desde el 2015 esa tendencia también se ha observado en Estados Unidos. Por último, algunas reformas realizadas a programas de asistencia social, tanto para recortar sus dádivas como para hacer más estrictos los criterios de selección, parecen haber alentado a los ciudadanos a buscar empleo.

Gracias al auge laboral, el desempleo, que en cierta época fue el problema central de la economía política, prácticamente ha desaparecido del panorama político en muchos países. En su lugar han surgido una serie de quejas sobre la calidad y la dirección del empleo. Estos aspectos son menos tangibles y más difíciles de evaluar que las estadísticas laborales. La queja más importante es que la automatización está acabando con algunas oportunidades y que el trabajo, a pesar de ser abundante, es de baja calidad e inestable. “Nuestro mercado laboral se ha convertido en un mar de inseguridad”, se lamentó Jeremy Corbyn, dirigente del Partido Laborista del Reino Unido.

MÁS EMPLEOS ESPECIALIZADOS

En este caso también la realidad parece indicar lo contrario. En el sector manufacturero, las máquinas han remplazado a los trabajadores desde hace décadas. Esto parece haber contribuido a formar un vacío de desempleo persistente entre los varones estadounidenses. Pero en la OCDE en general, no hay señales de ningún ardid de las máquinas y los algoritmos para provocar el apocalipsis tan temido en Silicon Valley. En la actualidad, tiene empleo una proporción mayor de personas con escolaridad de secundaria, o incluso de nivel más bajo, que en el año 2000.

También es cierto que, conforme cambia la estructura de la economía y se amplía el sector de servicios, incluida la economía de contratos temporales, es cada vez más difícil conseguir empleos de especialización media. Para el 2026, Estados Unidos tendrá más cuidadores en el hogar que secretarias, según las proyecciones oficiales. Sin embargo, a medida que se vacían los mercados laborales, se van creando más empleos especializados que empleos no especializados. Por su parte, el trabajo básico se paga cada vez mejor, en parte porque los salarios mínimos se han elevado. En el mundo desarrollado, en lugar de que se vuelvan más comunes los salarios por debajo de las dos terceras partes de la media nacional, cada vez son más escasos.

En cuanto a la inestabilidad, en Estados Unidos los empleos tradicionales de tiempo completo en 2017 constituyeron la misma proporción del trabajo que en 2005. La economía de contratos temporales representa tan solo cerca del 1% de los empleos en ese país. En Francia, con todo y que hace poco se aplicaron reformas para flexibilizar los mercados laborales, la proporción de nuevos empleados a los que se les otorgaron contratos permanentes recientemente alcanzó una cifra alta récord. El trabajo inestable en realidad se encuentra en los países del sur de Europa, como Italia, y no se debe a la tecnología moderna ni a que los patrones sean unos explotadores. La culpa recae en legislaciones anticuadas que amañan los mercados laborales, pues impiden el ingreso de los jóvenes para proteger los trabajos cómodos de quienes ocupan los puestos desde hace tiempo.

ECONOMISTAS NO LO SABEN TODO

En otras regiones, los beneficios indirectos de la abundancia de empleos se hacen cada vez más evidentes. Puesto que las empresas compiten por los trabajadores en vez de que los trabajadores compitan por obtener los empleos, el salario promedio va en aumento, por lo que a los empleados les toca una mayor proporción de las ganancias, aunque este fenómeno no tenga efectos tan rápidos como podría suponerse dadas las dimensiones del auge. Los mercados laborales con menor oferta que demanda obligan a las empresas a buscar empleados en espacios que antes habían ignorado, por ejemplo, entre los ex convictos y a impulsar la capacitación en áreas en las que se requieren más competencias. Los especialistas estadounidenses se preocuparon durante años por encontrar la manera de reducir el número de ayudas por discapacidad y prestaciones. Ahora, el candente mercado laboral lo está haciendo por ellos. De hecho, uno de los atractivos del auge en la oferta de empleos es que puede ayudar a solucionar problemas sociales sin que los gobiernos tengan que gastar o hacer mucho.

De cualquier forma, los encargados de definir políticas públicas deben aprender la lección. Los economistas han descubierto de nuevo que no lo saben todo. En repetidas ocasiones han subestimado las posibilidades del empleo, lo que ha producido políticas monetarias y fiscales frágiles. Al igual que su perspectiva optimista sobre las finanzas en la década de 2000 contribuyó a la crisis, su pesimismo erróneo acerca de la posibilidad de crecimiento de los empleos en la década de 2010 ha frenado en vano la recuperación.

IZQUIERDA Y DERECHA

La izquierda debe aceptar que muchas de sus críticas en contra del capitalismo no se ajustan a los hechos. La vida al fondo del mercado laboral no es divertida... en absoluto. No obstante, las condiciones de los trabajadores van mejorando y un empleo inicial es un mucho mejor punto de partida que el desempleo para tener acceso a otras opciones. Si no reconocemos estos hechos, el gobierno optará por intervenciones innecesarias, en el mejor de los casos, o riesgosas para los avances recientes, en el peor. El auge en la oferta de empleo parece deberse en parte a las reformas de asistencia social a las que con tanta vehemencia se han opuesto Corbyn y quienes comparten su ideología.

La derecha debería reconocer que los trabajos han prosperado sin necesidad de las numerosas reglas que por lo regular conforman su política para el mercado laboral. De hecho, las normas del mercado laboral están proliferando. Y aunque todavía no se sabe si el aumento en los salarios mínimos perjudica a algunos grupos, como a los jóvenes, tampoco ocasiona daños significativos para que se noten en las cifras totales.

Este auge no será perpetuo. Llegará el momento en que una recesión le ponga fin. Entre tanto, merece un poco de reconocimiento.

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