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Washington

Al parecer, su plan no está funcionando. “Nadie predijo la fecha de la Revolución Rusa”, señaló Elliott Abrams, representante especial del presidente Donald Trump en Venezuela. “No es posible predecir cuándo se derrumbará un régimen, pero lo que sí hemos hecho es resaltar las contradicciones”.

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Cuando el gobierno de Donald Trump reconoció como presidente interino de Venezuela al presidente de la Asamblea Nacional del país, Juan Guaidó, e impuso sanciones a la industria petrolera en enero, algunos creyeron que las fuerzas armadas abandonarían pronto a Nicolás Maduro. No obstante, con todo y que las condiciones de vida se han ido deteriorando, el régimen no muestra ninguna señal de estar cerca del colapso. De hecho, ha comenzado a adoptar una postura ofensiva, aunque con cierta cautela. Arrestó a Roberto Marrero, el jefe de gabinete de Guaidó, además de retirarle a este último los derechos políticos que le fueron investidos, y quizá incluso esté listo para arrestarlo también.

La estrategia de los estadounidenses para conseguir un “cambio de régimen constitucional”, el objetivo que se han fijado, involucra ataques desde cuatro flancos. El primero es el diplomático: hasta este momento, 54 países reconocen a Guaidó como presidente. El segundo, que además es el más importante, consiste en aplicar sanciones más severas. Aquellas aplicadas en contra de PDVSA, el monopolio petrolero del Estado, provocaron la suspensión de sus exportaciones a Estados Unidos, prácticamente el único comprador que le pagaba en efectivo. Así que PDVSA se ha visto forzada a vender su petróleo con márgenes de ganancia menores a nuevos clientes, más distantes, como India. También le han dificultado a PDVSA importar disolventes (necesarios para procesar su petróleo pesado) y diésel. Estas complicaciones contribuyeron a que ocurrieran dos apagones prolongados en gran parte de Venezuela el mes pasado.

AYUDA ESTE MES

Por otra parte, el 22 de marzo el Departamento del Tesoro agregó el banco público de desarrollo de Venezuela a la lista de organismos con los que las instituciones financieras estadounidenses no deben tener ningún tipo de trato. Como resultado, “quedará suspendida por completo la red de transacciones en dólares” de Venezuela, según un funcionario de alto nivel del gobierno. En cuanto a algunos integrantes del régimen y sus familiares, algunos de los cuales estudian en universidades estadounidenses, sus cuentas bancarias se encuentran bloqueadas y se revocaron sus visas.

El tercer flanco es la ayuda humanitaria. El régimen bloqueó con facilidad el paso de ayuda humanitaria por un puente en la frontera con Colombia. La Cruz Roja afirma que comenzará a entregar ayuda este mes, a “una escala similar a sus acciones en Siria”, a alrededor de 650.000 personas. Tal situación representa una retirada tácita de Maduro, que siempre ha negado que exista una emergencia humanitaria. Por último, el gobierno estadounidense intenta apoyar al equipo de Guaidó a desarrollar capacidades para reconstruir Venezuela.

MÁS PRESIÓN SOBRE CUBA

A pesar de que las fuerzas armadas se han mantenido leales a Maduro, el gobierno no confía en ellas. Las armas de las unidades del Ejército se guardan bajo llave por la noche y se les raciona el combustible, según el mismo funcionario estadounidense. Un ex funcionario de inteligencia venezolano difundió videos en los que se ve cómo se tortura a algunos oficiales disidentes. El gobierno emplea fuerzas paramilitares para contener manifestaciones y arrestar a activistas de la oposición, y depende de entre 2.000 y 5.000 empleados cubanos de inteligencia y seguridad para evitar una rebelión militar. “Se encuentran dispersos por la cadena de mando militar y cuentan con autoridad para dar órdenes”, indicó William Brownfield, ex embajador de Estados Unidos en Caracas.

En respuesta, el gobierno de Trump ha comenzado a ejercer más presión sobre Cuba a través de la activación parcial del Título III de la Ley Helms-Burton, que varios presidentes habían suspendido desde su aprobación en 1996. Esta ley les permitirá a los estadounidenses interponer juicios en contra de empresas extranjeras que utilicen activos expropiados después de la Revolución Cubana de 1959. A pesar de todo, el régimen comunista de Cuba ha sobrevivido sesenta años a las presiones económicas de Estados Unidos. “El mensaje para los cubanos es: ‘Son los siguientes’”, comentó un ex funcionario. “No tienen motivos para ayudar” en Venezuela.

El gobierno insiste en que el régimen es más débil y la oposición más fuerte que a principios del año. “Maduro no puede gobernar, creo que ya va quedando claro”, agregó el funcionario. “Así que llegará el momento en que se le dificulte aferrarse al poder”. Puede ser. Quizá el colapso de los servicios públicos incite un levantamiento popular. Por desgracia, después de las manifestaciones masivas organizadas tras la proclamación de Guaidó como presidente interino, la oposición pareció perder el ánimo y el impulso del momento.

EMPRESA MUY RIESGOSA

La vida diaria, con cortes en el suministro de energía eléctrica y, en consecuencia, en el abastecimiento de agua, es sombría. En un informe publicado esta semana, Human Rights Watch y la Universidad Johns Hopkins indicaron que se han registrado más muertes maternas e infantiles, se han extendido sin control enfermedades como el sarampión, la difteria y la tuberculosis, y existen niveles elevados de desnutrición infantil. Los funcionarios saben que las sanciones agravarán las dificultades y, por lo tanto, la emigración.

Entonces, ¿qué más pueden hacer los estadounidenses? Trump se ha negado en repetidas ocasiones a descartar la opción de una acción militar, pero invadir a un país de más del doble del tamaño de Irak y con una gran cantidad de civiles armados sería una empresa muy riesgosa y de enormes dimensiones. Brownfield opina que algunos emigrantes venezolanos podrían formar guerrillas para combatir al régimen, pero al gobierno de Colombia le preocuparía esa opción.

La alternativa es poner mucho más énfasis en las negociaciones y alentar a América Latina y Europa a generar todavía más presión congelando los activos de los dirigentes del régimen. En el período entre el 2015 y el 2016, Maduro aprovechó las conversaciones para ganar tiempo y dividir a la oposición. Sin embargo, parece inevitable sostenerlas. Los estadounidenses afirman que el único tema a debatir con Maduro y unos cuantos de sus secuaces serían las condiciones para su salida. Por desgracia, antes de celebrar elecciones libres es necesario que todas las facciones participen en el diálogo, incluso el movimiento chavista que se encuentra en el poder, según un funcionario. Quienes tengan buena memoria recordarán que todas las transiciones democráticas en América Latina, con excepción de Granada y Panamá, requirieron conversaciones. Precisamente esas son las dos excepciones en que Estados Unidos invadió.

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