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No es fácil encontrar sustitutos nacionales para los productos estadounidenses.
Justin Trudeau dirigió su primer discurso del Día de Canadá el 1 de julio desde la escalinata de una planta procesadora de alimentos en Leamington, Ontario, la capital nacional del tomate. Para los estándares de ese país, fue una acción agresiva. La empresa estadounidense H.J. Heinz mudó la producción de kétchup a Estados Unidos en el 2014 y amenazó con cerrar su fábrica, que daba empleo a 740 personas. La planta todavía opera como propiedad de una empresa canadiense, aunque con alrededor de 200 empleados menos.
El primer ministro Trudeau vino para vengarse. El kétchup es uno de los productos estadounidenses (de una lista equivalente a 12.600 millones de dólares) a los que Canadá decidió imponer tasas en represalia por los aranceles estadounidenses al acero y el aluminio. Estos aranceles, incluido un cargo del 10 por ciento sobre el kétchup, entraron en vigor el Día de Canadá.
Debido a la amenaza del cierre de la planta, el kétchup de marca Heinz se convirtió en blanco de los consumidores incluso antes del conflicto comercial. La participación en el mercado canadiense del kétchup de marca French’s, elaborada con tomates nacionales y procesada en Canadá, aumentó a más del doble. Sin embargo, ahora que el enojo se canaliza a Estados Unidos en general, y no a una empresa en particular, los consumidores enfrentan decisiones más difíciles. “Mis visitas al supermercado se complican y se prolongan cada vez más, pues tengo que leer la información de cada producto”, tuiteó un consumidor con la etiqueta #BuyCanadian.
SOLO LO NACIONAL, ¿Y EL TURISMO?
En el caso que nos ocupa, por ejemplo, French’s es propiedad de una empresa estadounidense, McCormick & Co. En contraste, Primo es cien por ciento canadiense, según una tabla titulada: “¿Cuán canadiense es tu kétchup?”. Algunas guías disponibles en línea que recomiendan cómo “comprar como todo un patriota” sugieren remplazar el papel de baño Charmin por Royale, comprar Smarties de chocolate en vez de Skittles con sabores frutales, y jugo de naranja Minute Maid, que se empaca en Canadá, en vez de Tropicana, proveniente de Florida. No obstante, algunas marcas son menos canadienses de lo que aparentan. Canada Dry es propiedad de Dr Pepper/Seven-Up, de Estados Unidos, pero se embotella en Canadá, y aunque Molson Canadian es propiedad de Molson Coors, se produce con “agua canadiense” en Montreal. Es más sencillo tomar una postura estricta con respecto a los productos perecederos, porque la etiqueta indica con toda claridad cuál es el país de origen.
Los canadienses compran más comida estadounidense que cualquier otro país, por lo que transformar los carritos del supermercado en armas de batalla sí podría afectar a la economía de Estados Unidos (aunque hay que admitir que no mucho). Los turistas canadienses, que realizaron 42 millones de viajes a Estados Unidos el año pasado, podrían propinar un golpe un poco más fuerte, pues su gasto en el 2018 ascendió a casi 20.000 millones de dólares. El conductor de televisión Steve Paikin recomendó a sus compatriotas canadienses vacacionar en otra parte. “Estados Unidos, sencillamente no mereces nuestro dinero”, escribió en su blog.
Hasta ahora, no se cuenta con datos que reflejen afectaciones al comercio. Las importaciones de Estados Unidos aumentaron un 4,7 por ciento entre abril del 2017 y abril de este año, el último mes con registros disponibles. Si estas caen, podría deberse a la depreciación del dólar canadiense, cuyo valor descendió de 80 centavos en abril a 76 al día de hoy, en parte debido a la guerra comercial. Este factor podría frenar más las importaciones que los aranceles a productos específicos. El ánimo de los canadienses en realidad se pondrá a prueba durante el invierno, cuando cientos de miles de “aves migratorias” acostumbran alzar el vuelo para pasar las festividades en el sur de Estados Unidos. ¿Estarán dispuestos a soportar el crudo clima de Canadá? Quizá opten por volar al sur, pero llevando consigo algunas botellas de Primo.