© 2018 Economist Newspaper Ltd, Londres 29 de junio, 2018. Todos los derechos reservados. Reimpreso con permiso.

HAPARANDA

Los hechos y la política no están alineados.

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Como alcalde del pequeño pueblo sueco de Haparanda, Peter Waara ya se ha enfrentado a sus propios problemas relacionados con los refugiados y la delincuencia. Los primeros refugiados llegaron en septiembre del 2015 (“a la mitad de la temporada de caza de alce”, rememora Waara) cuando Haparanda, situado en la frontera con Finlandia, se vio inundado con autobuses llenos de sirios e iraquíes que pensaron que Finlandia los recibiría con gusto. Fueron recibidos por los soldados de Odin, un grupo de extrema derecha, que se manifestaron para detenerlos en la frontera. Se tuvo que recurrir a la policía para proteger a los migrantes. Hoy en día, algunos cientos de refugiados permanecen en Haparanda. Sin embargo, el problema de la delincuencia en el pueblo tiene que ver principalmente con narcotraficantes europeos que operan desde Suecia.

Haparanda es un caso típico: los problemas de inmigración y de delincuencia en Europa por lo general no están relacionados. Pero en la política son inseparables. En Suecia, donde habrá elecciones en septiembre, los demócratas de extrema derecha culpan a los inmigrantes por una serie de recientes tiroteos. El líder del partido, Jimmie Akesson, afirma que la inmigración ha hecho que Suecia sea un lugar donde las mujeres son “violadas por pandillas, mutiladas y obligadas a casarse contra su voluntad”. Las encuestas los colocan en un empate virtual por el segundo lugar junto con los Moderados de centroderecha, y solo unos puntos por detrás del partido socialdemócrata en el gobierno.

OTROS PAÍSES EN EUROPA

Temores similares por la delincuencia de inmigrantes han contribuido a crear una crisis política en Alemania. El ministro del Interior, Horst Seehofer, ha amenazado con poner fin a su alianza del partido Unión Social Cristiana (CSU, por su sigla en alemán) con el partido Unión Demócrata Cristiana de Angela Merkel si la canciller no propone para la semana entrante una forma de detener a quienes llegan a Alemania de otras partes de Europa en busca de asilo. Eso podría derrocar a su gobierno. El CSU está intentando contener sus pérdidas frente al partido Alternativa para Alemania, un partido antinmigrante.

En Italia, Matteo Salvini, ministro del Interior y líder del partido populista Liga Norte, llama a los migrantes “criminales holgazanes”. Ha prometido deportar hasta 500.000 inmigrantes ilegales y ha cerrado los puertos de Italia a aquellos que solicitan asilo y hayan sido rescatados del mar. El nuevo primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, está exigiendo un acuerdo permanente en toda Europa para compartir la carga de los refugiados y finalizar el sistema actual bajo el cual el primer país a donde llegan los migrantes es responsable de procesar sus solicitudes de asilo.

Una reunión previa a la cumbre el pasado domingo no logró conseguir avances significativos. Algunos elementos para un futuro sistema europeo de asilo tienen amplio respaldo. La mayoría de los países apoya la idea de establecer centros en países seguros fuera de la Unión Europea para analizar las solicitudes de asilo. Pero no está claro cuáles países fuera de la Unión Europea estarían dispuestos a albergar esos centros o podrían hacerlo. Y es difícil imaginar que los países de Europa Central reconsideren participar en dar asilo a los que son aceptados. Todos están gobernados por partidos antirrefugiados. La semana pasada, Hungría empezó a aplicar una ley que criminalizaría la ayuda a los migrantes.

El alboroto por los refugiados llega en un momento en que en realidad la cantidad de estos se ha reducido drásticamente. En lo que va del año, 42.845 migrantes han cruzado el Mediterráneo hacia Europa, la mitad de los que cruzaron en el mismo período el año pasado y casi un 80 por ciento menos desde el 2016. Las evidencias también se contraponen al temor de una ola de crímenes por parte de los inmigrantes. Cuando el presidente Donald Trump tuiteó el 19 de junio que la delincuencia había aumentado en Alemania más del diez por ciento debido a los refugiados, aquellos que verificaron los datos respondieron que la delincuencia había bajado una décima parte desde el 2016, a su nivel más bajo desde 1992.

Quizás Trump estaba pensando en un estudio que dice que los crímenes con violencia en la Baja Sajonia aumentaron casi un diez por ciento del 2015 al 2016, y que el 90 por ciento del incremento se debía a los refugiados. No obstante, Christian Pfeiffer, un criminólogo que colaboró con el informe, dice que los datos para el 2017 envían el mensaje contrario: la tasa de crímenes con violencia cayó un seis por ciento. Muchas personas han culpado a los refugiados por el aumento de robos, que en realidad han bajado un 30 por ciento desde entonces. Pfeiffer afirma que probablemente estuvieron a cargo de pandillas de Europa del Este.

Los refugiados varones están cometiendo menos crímenes conforme salen de los refugios, donde se suscitan peleas. También ayuda que esté aumentando la proporción de mujeres entre los migrantes. “El mayor factor para la reducción de la violencia es el aumento en el número de mujeres”, señala Pfeiffer. “Los maridos jóvenes de pronto se preocupan por su familia”.

En Italia se han hecho algunos intentos de medir el impacto de la inmigración en la delincuencia, pero el crimen generalizado bajó un 25 por ciento entre el 2007 y el 2016. Recientemente se ha visto un aumento de crímenes con violencia en Suecia, que incluyen una serie de ataques con armas de fuego y granadas de mano. A mediados de junio, asesinaron con armas de fuego a cuatro hombres en Malmo en un periodo de cuatro días. Pero la violencia se da principalmente entre bandas criminales en vecindarios específicos, dice Jerzy Sarnecki, un criminólogo sueco. La tendencia es que las bandas estén formadas por inmigrantes, pero son un reflejo de las políticas de integración fallidas de las últimas décadas y no de los problemas por las recientes oleadas de refugiados.

Sin embargo, desatar el miedo a los refugiados y a la delincuencia supone éxito en la política. Aun en la región de Haparanda, los Demócratas de Suecia son “cada vez más fuertes”, admite Waara. Él afirma que los socialdemócratas responderán que al menos una cuarta parte del pueblo tiene ascendencia inmigrante: finlandesa. Tal vez esto no funcione.

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