• WUHAN

Una guerra comercial con Estados Unidos y una batalla contra la deuda interna nublan el horizonte. Tan solo hace unos cuantos años, Wuhan, una vasta metrópolis ubicada en el curso medio del río Yangtsé, era un perfecto ejemplo de las aflicciones económicas de China. La deuda municipal se había disparado. El sobrenombre del funcionario local de mayor antigüedad era "Señor excavaciones", en referencia a su gusto por los proyectos de construcción de proporciones grandiosas. Un parque temático dedicado a las películas, que las autoridades esperaban convertir en una atracción emblemática, cerró porque no logró atraer a las multitudes. Según se calculaba, se requeriría casi una década para vender todas las casas desocupadas de Wuhan.

Ahora, esta ciudad de 11 millones de habitantes es un monumento a la resiliencia de China. Con todo y que el gobierno comenzó a ejercer un control más estricto sobre la deuda, su economía se ha acelerado. Tan solo en los últimos dos años, se inauguraron o ampliaron cinco líneas del transporte subterráneo que se abarrotan en las horas pico. Se ha invertido mucho en empresas de producción de semiconductores, investigación biotecnológica y seguridad en internet. Casi se han vendido todas las casas disponibles.

La economía china, al igual que la de Wuhan, está en mucho mejores condiciones que a finales del 2015. En ese entonces, el país intentaba recuperarse tras la caída del mercado de valores, sufría por la salida de capital y acumulaba deuda a un ritmo alarmante. En contraste, las cifras registradas hasta el 17 de abril reflejan un crecimiento del 6,8% en el primer trimestre del 2018, con respecto al mismo período del año anterior. En términos nominales, el crecimiento es de más del 10%. La razón total deuda-PIB de China se ha estabilizado, una señal de que se ha desvanecido el riesgo de una crisis financiera.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Este cambio de fortuna en China puede atribuirse a tres factores. En primer lugar, el gobierno ha comenzado a resolver varios problemas arraigados. Después de un prolongado período de sobreproducción de acero y carbón, una campaña para cerrar la capacidad no utilizada restringió la producción e impulsó los precios al alza. Para reducir el rezago en la venta de inmuebles, los gobiernos locales compraron millones de casas que los desarrolladores no habían logrado vender y se las entregaron a los ciudadanos más pobres.

Los reguladores financieros tienen en la mira los préstamos bancarios turbios que no se registran en el balance general, y a los acreditados cuyas deudas son considerables, como los desarrolladores inmobiliarios. Wang Tao, del banco suizo UBS, destaca que estas acciones han dado más confianza a los inversionistas. Las acciones chinas que cotizan en Hong Kong han aumentado un tercio de su valor en los últimos dos años. El gobierno también ha ayudado a orquestar tras bambalinas el rescate de empresas en problemas. Una de ellas se encontraba en Wuhan. La enorme empresa acerera local, que perdía mucho dinero, se fusionó en el 2016 con otra empresa de Shanghai, cuya situación financiera era mucho más firme. La empresa fusionada es redituable.

Otro factor es que la economía china está madurando. Es de esperar que el crecimiento se ralentice conforme China se vaya enriqueciendo, pero algunos cambios estructurales también han estabilizado más el crecimiento. En parte gracias a que se ha reducido la población económicamente activa, la cual alcanzó su punto más alto en el 2011, los ingresos crecen a un ritmo más acelerado que la economía general. A su vez, este fenómeno ha contribuido a equilibrar la economía. El consumo está remplazando la dependencia excesiva en la inversión. Además, la industria pesada le está cediendo terreno a los servicios, que ahora representan más de la mitad del PIB, en comparación con la participación de un tercio que tenían hace dos décadas.

China también está cosechando rendimientos sobre algunas enormes inversiones realizadas en la década pasada, como un tren de alta velocidad que conecta áreas densamente pobladas. Qin Zunwen, un economista del gobierno en Wuhan, afirma que a pesar de que la deuda local aumentó, está vinculada casi en su totalidad con infraestructura (como puentes a lo largo del río Yangtsé, unas seis líneas del tren subterráneo y autopistas elevadas) que está en uso. "Sí, es mucho más de lo que teníamos antes", señaló. "¿Sobrepasa nuestras necesidades? No".

El último factor es la suerte. El sólido crecimiento de EEUU y Europa ha impulsado a las empresas chinas. Tras sufrir una caída en el 2016, las exportaciones se han recuperado. El aumento en los precios globales de las materias primas se ha traducido en utilidades industriales más firmes en China, lo cual favorece a los mineros y los productores de metales. Esta dinámica les ha permitido mantenerse al corriente en el pago de sus deudas. Además, ha hecho menos intimidante para la economía en general el reto del desapalancamiento. La aplicación de mecanismos más estrictos de control ha frenado la salida del capital especulativo. China también se ha visto beneficiada por la debilidad del dólar desde principios del 2017, pues ha hecho más atractivo al yuan.

Sin embargo, lo más probable es que en los siguientes trimestres experimente algunos sobresaltos. El mayor problema en el futuro inmediato es el presidente Donald Trump. El gobierno estadounidense anunció que impondrá aranceles a unos 50.000 millones de dólares en exportaciones chinas y esa cantidad podría triplicarse pronto. Las exportaciones chinas a EEUU solo representan una fracción del PIB de China, pero una guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo podría causar estragos en las relaciones y las cadenas de suministro.

Quizá también se hagan más evidentes las desventajas de la campaña para controlar la deuda. El año pasado, los reguladores se concentraron en el sistema financiero; por ejemplo, impusieron restricciones al otorgamiento de crédito para adquirir bonos. Este año han cambiado de enfoque y su principal preocupación es el financiamiento gubernamental. Este aspecto tendrá un efecto más directo en la economía. China ya ha intentado antes controlar los derroches de sus funcionarios locales, pero estos han encontrado la forma de esquivar las reglas. Un truco que se hizo popular hace poco fue disfrazar la deuda en sociedades con capital público y privado. En esta ocasión, al parecer la legislación es más estricta. Se suspendieron las obras de transporte subterráneo en ciudades cuyas finanzas mostraban deficiencias. Una menor flexibilidad en la liquidez también podría pesarle a la inversión. El crecimiento del crédito se encuentra en su punto más bajo desde el 2015.

Desde hace diez años, los líderes de China han recurrido a acelerar la inversión cuando la economía comienza a ralentizarse más de lo que pueden tolerar. No obstante, el poderoso presidente Xi Jinping ha dicho en varias ocasiones que la calidad del crecimiento es más importante que la cantidad. Los funcionarios de Wuhan parecen haber recibido el mensaje. En juntas recientes han resaltado la importancia de promover la innovación, limpiar el medioambiente y mantener la deuda bajo control. Ya veremos si siguen cantando al mismo son cuando comience a disminuir el crecimiento.

Dejanos tu comentario