El freno a uno de los proyectos de vacuna más avanzados contra el COVID-19 por parte de AstraZeneca y la Universidad de Oxford evidencia hasta qué punto respetar los procedimientos de seguridad es crucial en medio de una carrera desenfrenada por hallar el antígeno.

“Es una medida prudente totalmente razonable”, explica a la AFP el experto francés Alain Fischer para quien esta suspensión debe interpretarse como “un buen funcionamiento del sistema de evaluación” del proyecto.

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El grupo farmacéutico anglosueco AstraZeneca, asociado a la Universidad británica de Oxford, anunció una pausa de los ensayos de su vacuna en varios países, debido a la aparición de “una enfermedad inexplicada” en un voluntario en el Reino Unido.

Así, las vacunaciones se suspenden mientras el comité independiente que supervisa los ensayos evalúa el incidente. No se reveló ningún detalle, pero podría tratarse de un efecto secundario no desdeñable.

La vacuna de AstraZeneca/Oxford es uno de los nueve proyectos que ya entraron o se preparan a hacerlo en la tercera y última fase de ensayos clínicos, que implica a decenas de miles de voluntarios.

Presión

La suspensión de los ensayos persigue determinar principalmente hasta qué punto esta enfermedad inexplicada se debe “a la vacuna o a otra cosa”, afirma Fischer. “Durante las primeras etapas de los ensayos clínicos de esta vacuna, se detectaron efectos secundarios leves y moderados”, como “fiebre y dolor”, indicó a la AFP David Lo, profesor de la Universidad de California en Riverside. En este caso, “podría tratarse de algo más grave”, agrega.

Entretanto, la carrera mundial por hallar una vacuna contra el COVID-19 se intensifica. En Estados Unidos, muchos expertos temen que Donald Trump presione por autorizar una vacuna antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.

En Rusia, las autoridades anunciaron haber empezado a probar su vacuna bautizada Sputnik V entre 40.000 habitantes de la capital, sin esperar los resultados de la fase final de los ensayos clínicos.

Diferentes técnicas

“Como todo el mundo, estamos de acuerdo en que hay que avanzar rápidamente, pero esto no puede hacerse en detrimento de la seguridad de los participantes, que condiciona la de quienes serán vacunados una vez el producto sea comercializado”, declaró a la AFP Bruno Hoen, director de investigación médica del Instituto Pasteur de Francia, que prepara la fase 1 de los ensayos de su propia vacuna.

Según la OMS, en el mundo existen 34 proyectos de vacunas que son objeto de ensayos clínicos con humanos y 145 se hallan en una fase preclínica. Existen varios tipos y la vacuna de AstraZeneca/Oxford es de “vector viral”, es decir, emplea otro virus para transformarlo y adaptarlo contra el COVID-19. En este caso, se trata del adenovirus - una familia muy común- de chimpancé.

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“Cuantos más proyectos de técnicas diferentes, más posibilidades tenemos de contar con una vacuna que funcione y sea bien tolerada”, sostiene Daniel Floret, vicepresidente de la Comisión Técnica de Vacunaciones de Francia.

Pero la mayoría de especialistas estiman ilusorio esperar que habrá un antígeno eficaz y seguro antes de fin de año. “Para autorizar una vacuna, los ensayos clínicos deberán demostrar un nivel alto de seguridad, eficacia y calidad”, previene la Agencia Europea del Medicamento, que baraja como muy pronto principios de 2021.

Fuente: AFP.

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