Imagínese un juego de ruleta donde no se apuesta por números, sino por virus. Cada año la OMS intenta acertar cuáles serán los que circularán en el invierno siguiente para determinar varios meses antes la compo­sición de la vacuna contra la gripe. A diferencia de la ruleta, en esta apuesta que puede sal­var vidas no hay lugar para el instinto: la Organización Mundial de la Salud (OMS) solo se fía de los datos de su red planetaria. "Los virus evolu­cionan constantemente. Los que circulan este año no son forzosamente los que circu­larán el año próximo y es por esto que las vacunas tienen que ser modificadas", explicó a la AFP la doctora Wenqing Zhang, responsable del Pro­grama Mundial de Lucha con­tra la Gripe de la OMS.

Dos veces por año, esta organi­zación que depende de Naciones Unidas emite sus recomenda­ciones sobre la composición de las vacunas contra la gripe del invierno siguiente: en febrero para la hemisferio Norte y en setiembre para el Sur. En estos datos se basan los científicos para elaborar las vacunas que son administradas a millones de personas entre ocho y diez meses después.

Los virus de la gripe responsa­bles de las epidemias estacio­nales son de dos tipos: A, una categoría que está dividida en subgrupos, principalmente H1N1 y H3N2, y B. Las reco­mendaciones de la OMS apun­tan hacia vacunas trivalentes; es decir, con tres tipos de virus (dos de tipo A y uno de tipo B), y en los últimos años también cuadrivalentes (con cuatro tipos: dos A y dos B).

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La OMS estima que las epide­mias de gripe son las respon­sables cada año de la muerte de entre 290.000 y 650.000 per­sonas en todo el mundo.

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