La compañía circense más importante del mundo, el Cirque du Soleil, regresa al país con Ovo, un show que presenta un ecosistema colorido y rebosante de vida.

Texto: Micaela Cattáneo

Fotografía: Gentileza

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Ovo es uno de los shows del Cirque du Soleil que ha mutado del formato carpa —donde originalmente fue creado— al formato arena, también llamado estadio cubierto (techado), donde el espectáculo se desarrolla en el punto más bajo —en el centro mismo del lugar—, ofreciendo una vista única a todos los espectadores.

Este espectáculo, que cumplió 10 años el abril pasado, se realizará en el SND Arena, el polideportivo de la Secretaría Nacional de Deportes. Sin embargo, no es la primera producción de la empresa canadiense en experimentar este cambio. En 1992 se creaba Saltimbanco, el espectáculo que funcionó durante más de 20 años, presentándose en la carpa madre del circo —ubicada en Montreal— y en distintas partes del mundo.

Patrick Flynn, gerente general de Carrera Sur —promotor internacional de Cirque du Soleil en Sudamérica—, contó a este medio cómo Saltimbanco evolucionó al formato arena. “Sucedió que este show clásico hizo gira por todas las ciudades grandes del mundo, no quedó una pendiente en la que podía ir. En eso, un empresario se contactó con la productora porque estaba interesado en llevarlo a su ciudad, pero aclaró que no había espacio para ubicar la carpa del Cirque. Así fue que se convirtió en un espectáculo de arena, permitiendo que el show viva por más tiempo”.

Ovo siguió esa misma línea, y actualmente está recorriendo países de Sudamérica. Al cierre de esta edición, el elenco estaba haciendo funciones en San Pablo, Brasil. Luego, pasará a Asunción, en Paraguay; Buenos Aires y Córdoba, en Argentina, y Santiago, en Chile. “El formato arena nos ahorra mucho tiempo en términos de montaje. Mientras que con la carpa tardamos alrededor de 10 días, entre ciudad y ciudad, para el armado completo, con el arena lo hacemos en tres días”, explica el irlandés Flynn.

La experiencia del show hecho en carpa fue conocida en los espectáculos que llegaron al país: Amaluna y Séptimo día. Aunque en el aspecto conceptual se trata de shows diferentes, Amaluna se asemeja más a Ovo, ya que en esencia, ambos proponen más acrobacia que la que plantea Séptimo día. Y es que el foco de este último es el montaje artístico de la música de Soda Stereo, mientras que Amaluna y Ovo se enfocan en los elementos circenses, en traducir la historia en piruetas y contorsiones.

¿Qué historia cuenta Ovo? La de un mundo lleno de insectos que trabajan, juegan, pelean y buscan el amor en un derroche continuo de energía y movimiento. Pero ese mundo de biodiversidad, acción y emoción será interrumpido por la aparición de un huevo misterioso, el enigma que los dejará boquiabiertos y curiosos por saber cuál es su contenido.

Universo de fantasía y color

El primer misterio será resuelto cuando los habitantes de esta comunidad descubran que en ese ovo (“huevo”, en portugués) hay un insecto muy particular, sin gracia y caprichoso, capaz de atraer la atención de una mariquita, que despertará el mismo sentimiento que provocó él en ella. Se trata de una historia de amor en un mundo cargado de contrastes, porque este puede ser tierno y violento a la vez, ruidoso y silencioso, pacífico y caótico.

Ariunsanaa Bataa, contorsionista de la obra, adelantó —en contacto telefónico con este medio— que Ovo tiene una moraleja para el público. “El show muestra cómo dos insectos diferentes estéticamente se enamoran, y esa historia enseña que el amor es lo más importante”, analiza. Aruna –como la llaman— interpreta a la araña blanca de seda, la jefa de su especie, y asegura que su personaje no es ni bueno ni malo, pero sí gracioso.

Además del tejido de las telarañas, Ovo sorprenderá con los malabares de las hormigas, la flexibilidad de las pulgas y la escalada por la pared de los grillos locos. Tanto Aruna como Patrick coinciden en que este es un show familiar y alegre, ya que está muy conectado con nuestra niñez. “Volveremos a ese momento de la infancia en el que buscábamos algún bicho o insecto; estaremos inmersos en ese mundo fantástico”, señala Flynn.

Y destaca: “Creo que la moraleja también tiene que ver con la cuestión migratoria que atraviesa el mundo, hoy. Porque Ovo cuenta la llegada de una persona nueva a una comunidad y el proceso de aceptación de esta en la misma”.

La directora de Ovo, la brasileña Deborah Colker, es la primera directora femenina en el Cirque Du Soleil, y esto, para Aruna, representa una conquista importante para las mujeres. “Ella hace un aporte interesante al show como mujer, por cómo aborda el tema del amor y por la sensibilidad que proporciona a la historia”, reflexiona la artista.

Ovo, como la mayoría de los espectáculos del Cirque Du Soleil, se desarrolla con música en vivo. Se combinaron sonidos reales de insectos con los producidos en los instrumentos. En este punto, el guiño para el público latinoamericano es el acompañamiento de la música brasileña, específicamente, la fusión de la bossa nova y la samba con el funk y la música electrónica. “Deborah quería que el mundo conociera la música latina”, comenta Aruna (quien nació en Mongolia, pero creció en Brasil).

En estos 10 años, Ovo visitó Australia, Taiwan, Japón, Europa, y muchos otros lugares del mundo, pero el triunfo de esta obra —según Aruna— es su llegada al Brasil, justo cuando el show celebra su décimo aniversario. “El gol de Ovo era venir aquí”, dice, en medio de un entrenamiento en San Pablo.

La contorsionista cuenta que antes de que empiece la función, el elenco ensaya de tres a cuatro horas en el escenario, y hasta minutos previos al show, están haciendo Pilates o ejercicios en el gimnasio, porque no pueden estar inactivos. Detrás de bambalinas, el mundo es tan caótico como el de la historia misma: maquillajes por todos lados, trajes colgados, masajes en fisioterapia, etc.

Pero esa es la imagen del circo, el retrato de una compañía que nació hace 35 años en las calles y fue girando, construyendo su ciclo, en diversos formatos. En las funciones de Ovo en Paraguay, las rayas azules y amarillas —características de la carpa del Cirque du Soleil– serán reemplazadas por las proyecciones de flores y vegetaciones del mundo de los insectos, a modo de sentirnos tan pequeños como ellos dentro del predio.

Del 31 de mayo al 8 de junio, 3000 personas función —capacidad del SND Arena— disfrutarán de dos horas y media de arte circense en distintos tonos y formas, porque como lo resumió James Scarborough, en Huffington Post, “la única manera de entender y apreciar la energía poética de descubrimiento de Ovo, es vivirlo por sí mismo”.

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