En el libro Teoría King Kong, la escritora francesa Virginie Despentes hace mención de la película del mismo nombre para explicar cómo el rescate de la protagonista a cargo de sus hombres resume el poder social que, hasta hoy, arrastra a las mujeres hacia roles específicos. En este texto, analizamos los siete capítulos de esta obra icónica para el feminismo contemporáneo.

Texto: Micaela Cattáneo

Virginie Despentes escribió este libro en primera persona. Virginie Despentes fue violada a los 17 años, se prostituyó a los 22 e hizo cine porno a los 30 y tantos. Virginie Despentes narró en este libro todas esas experiencias y dejó constancia sobre lo que opina de ellas. Virginie Despentes redactó en este ensayo los conceptos machistas en torno a la feminidad. Virginie Despentes declaró en este texto ser una chica más parecida a King Kong que a Kate Moss. Su vida fue y sigue siendo una revolución, su teoría también.

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Desde las primeras páginas, el planteamiento de la autora, inquieta: “Escribo desde las feas, para las feas, las viejas, las camioneras..., todas las excluidas de la gran feria de las que están buenas”. Ella se incluye en este grupo, autodenominándose “proletaria de la feminidad”. “Siempre me sentí fea”, dice Despentes. Expone su teoría lejos del ideal de la mujer blanca: “la atractiva pero no puta, la casada pero no relegada, la que trabaja pero sin ser muy exitosa para no humillar a su hombre, etc.”. “Por supuesto, no escribiría lo que escribo si fuera hermosa, tan hermosa para cambiar la actitud de los hombres con los que me cruzo”, relata en el primer capítulo, Las tenientes corruptas.

“Ese ideal de la mujer blanca, sumisa, hogareña y al servicio del hombre existe desde 1492, desde la colonización. Se reforzó en el período de las Bellas Artes, donde las mujeres fueron retratadas a partir de la mirada masculina: ingenuas, delicadas, con poca ropa pero no vulgares. Se perpetuó con Hollywood y su estereotipo de actrices de los años dorados. Virginie habla a la mujer que no posee esa 'belleza' heteronormada, a la mujer que hasta ahora incomoda al hombre por su marcada personalidad”, analiza la comunicadora Tite Vera.

“El mandato de la feminidad afecta a la mujer rica como a la pobre. Históricamente, hay roles asignados a las mujeres sólo por ser mujeres, independientemente a la clase social que pertenezcan. Creo que Despentes insiste en hablar a las que no se identifican como 'femeninas' porque para ella, ese ideal de mujer 'perfecta', es más un mito que una realidad y no representa a la mayoría de las mujeres”, aporta su colega, la periodista Jazmín Acuña.

En el segundo capítulo, ¿Te cojo o me cogés?, resume en un párrafo extenso cómo vivió su género en la infancia, adolescencia y adultez. Y canta una verdad absoluta: “Las mujeres de mi alrededor ganan menos dinero que los hombres, ocupan puestos subalternos, ven normal el ser subvaloradas cuando emprenden algo. Siempre vigiladas por los hombres que se siguen metiendo en nuestros asuntos y señalando lo que es bueno o malo para nosotras”.

El feminismo hizo tambalear ese poder masculino, esa fuerza que se alimenta de la opresión femenina. Despentes lo escribió en el 2006, mucho antes de que el movimiento se expanda al nivel en el que se encuentra ahora: “Hoy en día se escuchan hombres lamentarse de que la emancipación feminista los desviriliza”. Ante esto, la pregunta es: ¿Qué o quién respaldaba ese poder? El análisis de Despentes es el siguiente: “Los cuerpos de las mujeres sólo les pertenecen a los hombres a cambio de que los cuerpos de los hombres le pertenezcan a la producción, en tiempos de paz; al Estado, en tiempos de guerra”.

Sobre el punto, Acuña reflexiona: “El machismo está presente desde antes del capitalismo, pero lo que este sí hizo es profundizar aceleradamente la desigualdad de género”. ¿Qué ocurre con el capitalismo? Invisibiliza el trabajo reproductivo que asumen, principalmente, las mujeres en sus hogares: lavar, cocinar, etc. ¿Y qué es lo que vale en este sistema? Todo lo que se pueda monetizar. Las mujeres están criando y cuidando a las personas que componen esa fuerza laboral. Por eso, debe ser remunerado. De hecho, es la propuesta de la escritora Silvia Federici: 'el trabajo reproductivo merece un salario, la asignación de un valor monetario'”.

Piel de cuero

En el tercer capítulo, Imposible violar a esta mujer llena de vicios, Despentes relata las circunstancias en las que fue violada a los 17 años. Fue haciendo dedo en la carretera, buscando alguien que la acerque a Nancy, ciudad del este de Francia. No estaba sola, su amiga la acompañaba. Fueron tres hombres a bordo de un Renaud los que pararon y se ofrecieron a llevarlas. Ya saben cómo termina la historia.

“Circunstancias”. Virginie hace un stop en esta palabra. Y la cuestiona: “¿Cómo explicar que nunca se escuche la otra parte: violé a tal persona, en tales circunstancias? Los hombres siguen nombrando el hecho de otra forma (“estaba demasiado borracha” o “sólo fingía que no quería”), se ingenian para no usar la palabra que describe lo que hicieron. El violador se acomoda con su consciencia, diciendo: no pasó, sólo fue una mujerzuela que no se asume y bastó convencer”.

Despentes sentencia que esto es una cuestión cultural, que la palabra de la mujer que acusa al hombre de violación es una palabra que se pone en duda. Al respecto, Vera destaca: “No nos enseñan a defendernos porque 'las mujeres no deben ser violentas'. Los modelos de educación acá, en Latinoamérica y en el mundo son muy destructivos. Nos educan para la sumisión y no para el ejercicio de nuestras autonomías”.

En el cuarto capítulo, Acostarse con el enemigo, desarrolla sus ideas sobre la prostitución. Y toma ejemplos de la época en la que ejerció la actividad. Esta parte, provoca desacuerdos en algunas lectoras, principalmente en quienes consideran que esta actividad responde al machismo, ya que coloca a las mujeres al servicio del hombre. “La sexualidad masculina en sí no constituye una violencia hacia las mujeres, si dan su consentimiento y son bien remuneradas. Lo violento es el control ejercido sobre nosotras, esa facultad de decidir en nuestro lugar lo que es digno o no”, opina la escritora francesa.

Despentes co-dirigió Baise-moi, una película porno basada en su libro del mismo nombre. En Porno brujas, quinto capítulo, habla sobre el tratamiento del sexo en el cine y cómo este atraviesa exclusivamente la mirada masculina. Al respecto, Acuña manifiesta: “Creo que lo que está mal en el cine XXX es lo mismo que está mal en el cine de taquilla, mainstream o independiente, y es que las mujeres seguimos estando relegadas tanto en la representación en la pantalla como en la realización de películas. Hay muchísimos hombres en la industria que reproducen estereotipos de género que después se refuerzan en la realidad”.

Por su parte, Vera agrega: “Creo que el problema está en quién lo recrea. En las producciones heteropatriarcales las mujeres son sometidas y no es posible reconocer si lo que sienten es placer o dolor. Actualmente, hay mujeres como Erika Lust que plantean un porno feminista y se nota la diferencia, siendo este, más diverso”.

En concreto, una revolucionaria

En el capítulo seis, King Kong girl, confiesa que después de experimentar los tacos y labiales rojos, el punk rock es su mejor estado. “Vuelvo a la campera, al jean, al calzado cómodo y al poco maquillaje”, revela. Con su identidad desafía lo establecido, lo que desde la infancia se nos impone. “¿Por qué enseñarles a las niñas la docilidad, la coquetería y los disimulos, cuando a los niños les hacen saber que el mundo está hecho para ellos?, pregunta.

Ese capítulo finaliza con una frase de Virginia Woolf: “El primer deber de una escritora, es matar el ángel del hogar”. En Chau chicas, el último capítulo, deja en claro que esa misión fue cumplida y, cual balde de agua fría, inyecta un mensaje de gran impacto a su público: “El feminismo es una revolución, no una redisposición de las consignas marquetineras. No se trata solamente de mejorar los sueldos. El feminismo es una aventura colectiva, para las mujeres, para los hombres, y para los demás. Una revolución, ya en marcha. Una visión del mundo, una elección”.

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