Antes de empezar a plasmar diseños en el cuerpo, Sergio Bogado dibujaba y hacía grafitis. El tatuador paraguayo residente en Barcelona vuelve al país para el festival Asunciónico. Hablamos sobre qué tener en cuenta al momento de decidir estampar algo que durará toda la vida.

Por: Jazmín Gómez Fleitas
Fotos: Gentileza

Sergio (30) empezó a tatuar a los 19 años. Quizás haya sido su pasión por la ilustración y el dibujo lo que lo llevó a experimentar en otro lienzo y con otras técnicas. Le gustaba bosquejar, y a los 17 años tomó un curso de ilustración artística. “No lo terminé porque sólo me hacía copiar otros dibujos y no me gustaba. Así fue que decidí ver por el lado de la aerografía. Aprendí muchísimo en la red social Orkut, en las comunidades de Brasil. Me pasaba mirando y viendo las técnicas que utilizaban, así me hice de amigos y preguntaba mucho. Mi primera aerografía fue en un mural en casa, que era un desastre -ríe-, ¡pero así empecé a practicar!”, recuerda.

Sus prácticas previas de dibujo y aerografía lo ayudaron muchísimo en el aprendizaje de sombras, luces y composiciones de un diseño. Fue shophelper, aprendiz en dos estudios diferentes y también viajó mucho a Chile, Argentina y Brasil, donde se tatuó con diferentes profesionales. “Al viajar uno descubre diferentes técnicas y formas de trabajo, algo que nunca se deja de aprender. Y ahora que estoy en otro continente aún más, porque en Europa es mucho más amplio y avanzado el ámbito del tatuaje”, señala.

El primer tatuaje que hizo fue el de un rosario alrededor de un cuello. No se puso nervioso, pero le sorprendió sentir por primera vez el aroma de la sangre humana. Fue un recordatorio de lo que serio que es el trabajo. “Para manejar bien la máquina, practicaba poniendo un lápiz, para acostumbrarme al peso, al ruido y las vibraciones”, recuerda.

Explica que es imposible llevar la cuenta de los tatuajes realizados pero que nunca se olvida de un diseño: “Siempre que llega alguien y me dice ‘vos me tatuaste’ puede que no recuerde su rostro, pero al ver el diseño, recuerdo el momento”. ¿Cuántos tatuajes tiene él? Tampoco lo sabe, pero calcula que alrededor del 70% de su cuerpo está cubierto. Todos ellos fueron realizados por tatuadores que admira, y no hay ninguno que él mismo se haya hecho.

Hace casi dos años, Sergio decidió viajar con su esposa (Pimpi) para apostar por nuevas oportunidades, crecer en conocimiento de la profesión y adquirir técnicas y materiales para compartir cada vez que viene de visita a Paraguay. Y hace un año que trabaja en el mismo estudio en Barcelona, donde amplía su cartera de clientes y conoce a mucha gente de distintas partes del mundo, por ser una ciudad altamente turística.

Cuando recién llegamos a Barcelona me sorprendió que muchos compatriotas contactaran conmigo para tatuarse. Por eso organizamos un tour y nos fuimos por varias ciudades: Madrid, Alicante, Vitoria, Tarragona, Vilanova, donde también viven paraguayos”, cuenta.

La elección del diseño
El primer tatuaje en la piel de Sergio fue el de un gatito. Así mismo como leen. Por eso, lanza un sabio consejo a los primerizos: buscar un buen tatuador. Eso sería, ver por lo menos cinco trabajos realizados, fijarse en los materiales que usa y escuchar las recomendaciones que pueda tener (porque un tatuador bueno, las da). “No me arrepiento de ningún tatuaje pero sí tengo muchos covers, porque en su momento no recibí ningún tipo de recomendación del tatuador”, señala.

Y si bien es cierto que después de haberse hecho el primer tatuaje es más fácil ir por el segundo, Sergio apela a que el diseño se piense bien desde el vamos. “Uno, a veces, puede querer algo que en unos años más ya no le gustará. Entonces hablamos mucho con el cliente, para encontrar algo y que, en 10 años, no diga ‘quiero un cover‘. Siempre que un cliente llega con un tatuaje sacado de Internet, le doy ideas mías, le diseño algún boceto y llegamos a un acuerdo para no terminar con un tatuaje ya hecho en otra persona en alguna parte del mundo”.

Sobre las técnicas y el trabajo explica que hoy ya existen pieles sintéticas en las cuales practicar y que él, antes de su primer tatuaje, utilizó muchos productos para probar texturas, como: calabazas, banana, pomelo o goma eva. ¿Lo que más le gusta de su estilo de vida? “Es un trabajo en el cual podés ser tu propio jefe y trabajar en cualquier parte del mundo. Lleva muchísima dedicación, levantarse temprano y terminar a últimas horas de la noche, pero estoy agradecido por hacer lo que me gusta, mantener a quienes acuden a mí satisfechos, y además, gracias a esto poder visitar el país al menos una vez al año”.

¿Por qué hoy vemos más personas que apuestan a realizarse algún diseño? “Creo que hoy en día es más fácil encontrar un estudio de tatuajes, o tatuadores, por medio de redes sociales. Uno puede ver los trabajos y elegir con quién ir a tatuarse. La aceptación también creció porque la gente ya sabe diferenciar entre un buen tatuaje y un tatuaje mal hecho. En la ciudad donde vivo el tatuaje es muy normal. Por ejemplo, ver a una persona de edad, a un policía, o alguien de atención al cliente, y muchos otros profesionales con un brazo todo tatuado, el cuello o las manos, es normal. La gente no se sorprende al verte tan tatuado, por el contrario, admiran y te pregunta dónde o quien te lo hizo”.

Más info
En Instagram lo encontrás como @sergio_bogado. Además de participar del festival Asunciónico, durante su estadía en Asunción también tatuará en La Guarida Barberos.

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