Desde esta organización enseñan robótica y programación a niñas de entre 6 y 15 años, de Asunción y todo el país. ¿El objetivo? Que niñas y adolescentes puedan encontrar su pasión en este mismo campo o sumar estas herramientas a la profesión que elijan.

Por: Jazmín Gómez Fleitas
jazmin.gomez@gruponacion.com.py
Fotos: Gentileza
Leticia Romero, Ingeniera en Sistemas y Máster en Gestión de Tecnología, albergaba esta inquietud:¿Por qué había tan pocas mujeres en su ámbito laboral? Con un grupo de amigas y colegas, a menudo hablaban de cómo ellas habían sido las únicas graduadas de su promoción, de cómo seguía habiendo pocas en la profesión y de qué se podía hacer al respecto. Así nació Girls Code, a finales del 2015, junto a Daisy Perez, quien hoy ya no está.

Todas teníamos esta visión de que no veíamos mujeres empoderadas o apasionadas del tema. En mi caso, me considero apasionada porque desde chica tuve acceso. En mi familia nunca me dijeron ‘tu hermano sí puede jugar videojuegos y vos no’. Y vimos que eso era lo que todas teníamos en común. Entonces, iniciando desde niñas uno ya tiene acceso al pensamiento computacional, a pensar en cómo resolver un problema a través de la computadora”, explica Leticia.

Leticia estudió en Uruguay, gracias a una beca, y una vez graduada trabajó en la organización One Laptop Per Child, donde ya había puesto en acción esa idea. De regreso al país, y luego de esas conversaciones con colegas, pensó en ponerla en práctica aquí también. Primero empezó con un grupo de informáticas, pero ahora el grupo ya creció, integró a dos hombres y también a una nutricionista.

Ahora tenemos a dos hombres más entusiasmados que nosotros. Carlos Vera, Analista de Sistemas, y Francisco Servín, Ingeniero en Electrónica. Además, nuestra directora financiera que es Liliana Estigarribia, nutricionista, que sin embargo es especialista en procesos y calidad de servicios, y la que nos ordena la vida. Aprendimos que en la diversidad de profesiones, hay aprendizaje. Más aún cuando los informáticos recibimos seis años de educación lógico-matemática y nada de intra o interpersonal”, menciona entre risas.

El grupo también cuenta con más colaboradores de otros disciplinas como Trabajo Social, e incluso informáticos, como el Ingeniero Gary Servín que diseñó el primer robot didáctico inalámbrico.
En Girls Code, creen que la tecnología es fundamental para el desarrollo de las inteligencias múltiples de la cual habla Howard Gardner, profesor de Harvard. Gardner y su equipo de Harvard han identificado 12 tipos de inteligencia (verbal, lógico-matemática, visual-espacial, musical, corporal-kinestésica, intrapersonal, interpersonal, emocional, naturalista, creativa, colaborativa y existencial) que son potenciales, es decir, pueden activarse o no, en funciones de los valores de un cultura determinada, las oportunidades disponibles o las decisiones tomadas por cada persona.
Clases de robótica y programación

Más que Girls Code sea una cuestión académica, queremos llegar a la mayor cantidad de niñas posibles a nivel regional”, destaca Leticia. El primer taller empezó en la Fundación Melodía, de Villa Hayes, y quedaron cortos con los cupos. La voz corrió y los llamaron de Benjamín Aceval, Remansito, etc. Las noticias se esparcieron de boca en boca.

Girls Code se presentó al concurso de Tigo Conecta 2016, lo ganó y así empezó a ganar notoriedad a nivel nacional. Su énfasis es en niñas y adolescentes, pero también admite niños con la previa explicación de que las niñas son mayoría en los cursos. “Así ellas no se sienten intimidadas y son más propensas a expresar sus opiniones, a preguntar. Si se sienten sobrepasadas, no participan”, comenta Leticia.
Girls Code realiza estos cursos de forma fija en Asunción. El de nivel inicial ya empezó en febrero en la sede de sus oficinas (en Coronel Cantero 4296, del Barrio Recoleta), pero las instructoras también recorren el país, van a lugares del interior y en situación de vulnerabilidad. De hecho, ya tienen 9 ciudades del interior confirmadas para este año.
Para las clases utilizan una plataforma que se llama Scratch, un entorno lúdico de programación. Jugando, encastrando legos en bloques y realizando acciones. La programación ingresa como parte del juego sin que los participantes siquiera se den cuenta. “Un principio de la programación es que toda acción tiene una consecuencia, de eso se tratan los algoritmos, que si una de las condicionales falla, fallan otras cosas después. Como cuando salimos de la casa y nos pasa el bus. Llegamos tarde, esas llegadas se acumulan, derivan en un descuento, etc.”.
También se parte de los gustos de cada niña. Mediante los juegos ellas van desarrollando aquello que les gusta: un juego de básquetbol, una granja, el diseño de una casa (para arquitectura), y mucho más. “Lo que queremos es que tengan ese acercamiento a la tecnología para que vean que ellas son capaces de crear contenido, que vean que hay mujeres que trabajan en ello o que usan la tecnología en sus profesiones y les fortalece. Y también que sientan que el trabajo colaborativo hace que crezcamos como personas”.

Cuando nos vamos a comunidades vulnerables salen estas conversaciones de que no le dejan tocar la computadora porque es de su hermano, ‘a mi me dicen que no sirvo para nada’, ‘que tengo que estar en la cocina no más’. Y ahí es donde les mostramos que hay más posibilidades de las que creen para su vida y que a través de la tecnología pueden verlo; que la tecnología les sirva para su desarrollo cognitivo cultural. Leer, informarse y a partir de ahí, ver qué les gusta de la vida” agrega.

Girls Code impulsa a que las niñas y adolescentes aprendan a utilizar la tecnología, independientemente de la profesión que elijan en el futuro. Ellas son: plan piloto para colegios públicos o privados, talleres de fin de semana, cursos mensuales, campamentos tecnológicos, mentorías y Girls code club.

Ahora mismo, la organización también recibe voluntarios —ya sean profesionales o estudiantes de informática u otras carreras— que quieran donar su tiempo para las redes sociales o para apoyar las actividades realizadas con los chicos (en logística, fotos, etc). Asimismo, las puertas están abiertas tanto para quienes quieran apadrinar la iniciativa —de modo a que siga brindando clases clases gratuitas a niñas del interior del país— como para quienes quieran sumarse a la comunidad de mentores, ya sean profesionales de las ciencias sociales, económicas, informáticas, etc. “Todos bienvenidos a ayudar”, en palabras de Romero.

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