El expresidente Mario Abdo Benítez, quien decía emocionarse cuando Jair Bolsonaro lo llamaba Marito, causó perjuicio a los intereses del país en Itaipú, al permitir reducciones consecutivas de la tarifa, dos de ellas inconsultas. Esto, además del acta bilateral secreta que casi le costó el cargo y del espionaje ordenado por Bolsonaro, también durante la era abdista.
En agosto del 2022, la tarifa de Itaipú de ese año, consensuada por Bolsonaro y Abdo, bajó de 22,60 Kw/h a 20,75 Kw/h, lo que se calificó como una tarifa intermedia, por situarse cerca de las posiciones pretendidas por ambos países. Sin embargo, desde enero hasta agosto del 2022 (mes en que se llegó a un consenso de partes) Brasil pagó lo que quiso, es decir, USD 18,90, con el argumento del descenso de la deuda.
Demostrando la sumisión de “su amigo Marito”, o por la inutilidad de su par de hacerse respetar, Bolsonaro repitió la jugada al año siguiente, anticipándose de un plumazo en diciembre del 2022, mediante un decreto que estipulaba una nueva reducción de la tarifa, esta vez, quedando en USD 12,67, en una decisión unilateral que no halló respuesta de Abdo.
La actitud entreguista comenzó mucho antes: el 24 de mayo del 2019 fue firmada el acta bilateral entre Paraguay y Brasil para la contratación de energía entre Itaipú y Centrais Elétricas Brasileiras SA (Eletrobras). El contenido contemplaba sobrecostos de unos 250 millones de dólares, perjudiciales para el Paraguay, según los antecedentes.
El documento vio la luz meses después y fue conocida como el “acta secreta entreguista”. El caso derivó en un inminente juicio político contra Marito, que, de hecho, estuvo a punto de concretarse, hasta que Jair Bolsonaro comunicó la anulación del acta el 1 de agosto del 2019. Lo hizo ante la inminente destitución de su par paraguayo y amigo, al que salvó con esta decisión.