El sector avícola es uno de los sectores que más se desarrolló en los últimos años, tanto en expansión como en innovación tecnológica. Pese a las dificultades que afronta, como por ejemplo la competencia desleal del contrabando, sigue siendo uno de los pilares fundamentales de la economía.

Blanca Ceuppens Talavera, presidenta de la Granja Avícola La Blanca, hace referencia a la situación y cómo la están encarando. Con relación al momento que vive el sector y en particular su empresa, dijo que si bien la producción se mantuvo, la pandemia condujo a una nueva logística, con las modificaciones estructurales que ese hecho conlleva. “La puesta a punto de nuestras instalaciones para cumplir fehacientemente con los protocolos debidos, significaron una inversión que elevaron múltiples egresos. Lastimosamente, el rubro gastronómico, principales clientes nuestros, está pasando muy mal. Los precios de exportación han bajado 45% con relación al año anterior. Esa es una tendencia mundial, sobre todo que no podemos vender al mercado de China. Así también, esta crisis sanitaria ha elevado los precios de los granos y del dólar, lo que conlleva un aumento importante de costos”.

Blanca Ceuppens Talavera.

La empresa produce actualmente 46 millones de huevos, que se transforman en 37 millones de pollitos, y en 90 millones de kilos de pollos anuales. “Al consumidor final llegan pollos procesados frescos o congelados en múltiples presentaciones, enteros, congelados, además productos IQF o congelación rápida de manera individual (individual quick freezing), ideal para estos tiempos en donde uno no tiene mucho tiempo para cocinar, pudiendo utilizar solo lo que uno va a consumir, luego guardar lo que no se usó para ir sacando por porción a ser consumida. Los mismos vienen alitas, patitas, caderitas, filetes de pechuga, lomitos de pechuga, muslito ala y iritas de pechugas”. Además continuan ampliando la línea de productos condimentados como las brochetas de ala, brochetas de corazoncito, albóndigas, asadito de muslo, muslito ala, especiales para directo a la parrilla o el horno. Y también la línea de elaborados como las milanesas, trocitos y pechufrit y nuggets. Sin embargo, no todo es color de rosa en el sector, ya que tropiezan con el drama del contrabando y del cuidado sanitario de la condición de Paraguay para poder salir al exterior con los productos. “Los desafíos son múltiples y no solo se relacionan a la actual pandemia, sino a otro mal que nos aqueja desde mucho antes y que es el contrabando, que sigue golpeando fuertemente a la industria”. Remarcó que su empresa está constantemente apoyando a la Asociación de Avicultores presionando a los organismos estatales responsables que se realicen los controles.

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IMPACTO DE LA PANDEMIA

Según Ceuppens, la empresa emplea en forma directa a unas 3 mil personas y con relación al impacto de la pandemia dijo que el Gobierno debería hacer partícipe a las empresas privadas para encontrar las alternativas ante esta pandemia. “Necesitamos reactivación de la economía, que se controle el contrabando y que se privilegie el consumo de los productos nacionales. Los paraguayos también necesitamos que se note que se hace justicia”, remarcó. Granja Avícola La Blanca tuvo sus orígenes en 1963 y los fundadores de la empresa ya se dedicaban a la avicultura, don Daniel A. Ceuppens, con un galpón de aves en la casa paterna en Fernando de la Mora, y doña Blanca Talavera, en su domicilio familiar en Asunción con una pequeña incubadora de huevos. En 1964 unieron sus vidas y se instalaron en una finca comprada a crédito en Capiatá, sobre la Ruta 2, donde continuaron con la producción y dieron un inicio modesto a lo que sería en realidad el principio de la industria avícola en Paraguay.

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