El presidente del Banco Central del Paraguay (BCP), José Cantero, habló en una entrevista sobre la situación económica actual de Paraguay y los efectos de sus principales vecinos. También se refirió sobre los fundamentos sólidos del país, así como su capacidad de afrontar shocks externos. En cuanto a la agenda del nuevo presidente de Brasil, dijo que ambos países deben utilizar los ladrillos no para edificar murallas al estilo Trump, sino para construir puentes de mayor integración económica. En cuanto a Argentina, explicó que se normaliza tras el espaldarazo del FMI, pero se ve difícil su recuperación al menos en el corto plazo.

¿Cómo definiría al 2018 en lo económico?

–Podríamos definir al 2018 como un año en que Paraguay demostró la relevancia de tener una macroeconomía sólida. Categóricamente fue un año de choques internacionales y regionales, caracterizado por un conjunto de variables que se movieron en sentido desfavorable, con tasas internacionales al alza, precio de commodities a la baja, apreciación multilateral del dólar e inestabilidad y recesión regional. Nuestro país mostró una capacidad de resistencia bastante importante ante estos embates. Creo que el caso del Paraguay muy bien puede ser utilizado como lección de aprendizaje para otras naciones. La solidez macro es un capital demasiado importante porque permite amortiguar impactos, posibilitando que la economía mantenga una dinámica positiva de crecimiento.

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¿Podría precisar qué es una macroeconomía sólida?

–Nuestro país fue uno de los pocos de la región que tuvo la capacidad de construir el techo de la casa mientras aún no llovía. En el 2011, el BCP adoptó el esquema de metas de inflación y, posteriormente en el 2013, el Congreso Nacional aprobó la Ley de Responsabilidad Fiscal (LRF). Esta ley no es otra cosa más que una autoimposición para que podamos vivir conforme a los límites que nos impone nuestro presupuesto. En este escenario de shocks internacionales pudimos comprobar que los países que mantuvieron gastos desbordados respecto a su capacidad presupuestaria fueron los que sufrieron más daños, con salidas de capitales y depreciaciones muy bruscas de sus monedas. El Paraguay es un país con solidez macroeconómica por contar con equilibrios internos y poseer una posición externa bastante favorable con superávits en la cuenta corriente de la balanza comercial.

¿Cómo puede afectar el escenario político de Brasil a la economía paraguaya tras el triunfo de Bolsonaro?

–El caso del Brasil es distinto, pues tiene el desafío de transitar desde el orden monetario hacia las reformas estructurales. En cierto sentido, Brasil se ha ido ordenando en los últimos años, pues fue capaz de reducir la inflación hasta un nivel compatible con la meta de inflación, lo cual le ha permitido bajar la tasa de interés. En este escenario de estabilidad y tasas bajas ya se están viendo algunas señales de recuperación; el desempleo está bajado, el ritmo de las exportaciones está subiendo y la confianza comienza a inflarse.

Entonces, ¿dónde queda Paraguay en la agenda de Bolsonaro?

–Creo que la lección es la misma para Brasil y Paraguay. Ambos países deben utilizar los ladrillos no para edificar murallas al estilo Trump, sino para construir puentes de mayor integración económica. La competitividad del Brasil y la del Paraguay depende de la capacidad de ambos países para integrar, ampliar y fortalecer los eslabones de las cadenas productivas y así, al capitalizar las ventajas de ambos países, proyectarse a los mercados internacionales. Es más, podemos pensar que ambos países se encuentran ante un escenario de reformas muy similar; Brasil y Paraguay tienen elementos en común en cuanto a solidez macro, pero ambos países deben emprender una agenda estructural muy similar para incrementar la competitividad por medio de la apertura a los mercados internacionales, la mayor provisión de infraestructura, la reforma previsional y tributaria, entre otros.

¿Cómo ves la situación de Argentina?

–Creemos que la situación de la Argentina se está normalizando tras el espaldarazo del FMI. Solo para hacer un paréntesis, este es el acuerdo número 22 que ha suscrito la Argentina con el FMI. En cambio, en nuestra historia solamente tuvimos 2 acuerdos con el Fondo, uno en 1956 y otro en el 2003.

El fuerte apretón monetario y fiscal que se está aplicando en Argentina ha permitido detener y revertir la tendencia del peso respecto al dólar, pero también impidió que una crisis cambiaria se pudiera convertir en una bancaria y en una crisis de deuda externa.

Pero, ¿Argentina se va recuperar?

–Vemos difícil que Argentina pueda experimentar un rebote en los próximos 12 o 18 meses. Creemos que continuará el deterioro del poder adquisitivo por un buen tiempo tras la elevada inflación. La desconfianza del consumidor está muy vinculada a una merma de la actividad económica. A esto se suman las próximas elecciones, que a su vez magnifican y trasladan la desconfianza que reina en el campo económico hacia el político, realimentando nuevamente la incertidumbre hacia la esfera económica.

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