Nuevas reglas y exigencias empezarán a regir en la Unión Europea en cuanto a los límites máximos de residuos de agroquímicos y pueden traer un gran impacto socioeconómico en los países cuyas economías dependen en gran medida de la agricultura, manifestó Mauricio Rodríguez, director de Asuntos Científicos de CropLife para América Latina. Esto obliga a mejorar los instrumentos de mitigación y gestión de riesgos de plaguicidas y es fundamental un trabajo conjunto entre todas las instituciones involucradas, destacó el profesional.
Los límites son parámetros que se utilizan como seguridad de los alimentos porque indican que los mismos fueron producidos con buenas prácticas agrícolas. También son denominados tolerancia de exportación y significa que son las cantidades o residuos de defensivos agrícolas que son admisibles por las autoridades de diferentes países a la hora de importar los productos. Rodríguez mencionó que hay diferentes reglas de juego en los distintos países, no hay una armonización. Y los productores y exportadores tienen dificultades para lograr cumplir estas condiciones.
RESPONSABILIDAD
El profesional destacó que la responsabilidad tiene que ser compartida por todos los actores de la cadena (productores, autoridades, distribuidores y los mismos consumidores), quienes deben jugar un papel en mitigar los riesgos asociados en el uso de sustancias químicas.
La industria por su parte tiene la posibilidad de proveer cada vez mejores tecnologías, buscar a través de la investigación y el desarrollo productos de protección de cultivos cada vez más amigables y sostenibles para el ambiente y más inocuos para la salud humana. Destacó que los objetivos son más fáciles de lograr en países donde hay un ambiente regulatorio que apoye y estimule la innovación y la inversión. También através de las buenas prácticas que apliquen los agricultores se puede controlar mejor el uso de los defensivos agrícolas, expresó en el marco de un taller organizado por CAFyF, CropLife Latin America y Senave.