París, Francia. AFP.

Demoró 7.000 millones de años luz en revelarse a la ciencia: un nuevo tipo de agujero negro masivo, fruto de la fusión de dos agujeros negros, fue observado directamente por primera vez gracias a las ondas gravitacionales, un hallazgo clave para la comprensión del universo.

“¡Es una puerta que se abre sobre un nuevo paisaje cósmico! ¡Todo un mundo nuevo!”, se felicitó en rueda de prensa Stavros Katsanevas, director de Virgo, uno de los dos detectores de ondas gravitacionales que captó las señales de este nuevo agujero negro revelado el miércoles. Se trata de la primera prueba directa de la existencia de agujeros negros de masa intermedia (entre 100 y 100.000 veces más masivos que el Sol) y podría explicar uno de los enigmas de la cosmología, esto es, la formación de estos objetos masivos presentes en varias galaxias, incluida la Vía Láctea.

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El misterioso objeto llamado “GW190521” y descrito en el Physical Review Letters y el Astrophysical Journal Letters por un equipo internacional de más de 1.500 científicos, es probablemente resultado de la fusión de dos agujeros negros. Tiene una masa 142 veces superior a la del Sol y es el agujero negro más masivo jamás detectado por las ondas gravitacionales (los supermasivos, miles de millones de veces mayores, son detectados de otra forma).

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