Washington, EEUU. AFP.

La reforma fiscal del gobierno de Donald Trump, adoptada el miércoles, busca atraer los fondos que las multinaciona­les estadounidenses mantie­nen en el extranjero, a salvo de pagar impuestos, con con­diciones favorables que las incentiven a repatriarlos.

Desde hace años, las filiales de grandes grupos estado­unidenses, especialmente de tecnología y farmacéu­tica, acumulan beneficios en el extranjero sin repa­triarlo a EEUU ante un ele­vado gravamen de 35% que tras la reforma bajará a 21%. El monto de ese tesoro, que podía ser "indefinidamente" reinvertido en el extranjero sin tener que pagar impues­tos en el país, se calcula en unos 2,5 billones de dólares, según la Comisión Tributaria del Congreso.

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Firmas como Apple o Micro­soft acumularon, según cifras del 2016, más de 200.000 millones de dólares y 100.000 millones de dólares, respec­tivamente, en reservas en el extranjero. El sistema fis­cal estadounidense llevó a las multinacionales a hacer "inversiones corporativas" o domiciliarse artificialmente en el extranjero, mediante fusiones y adquisiciones, para evitar los impuestos. El año pasado, muchas fusio­nes motivadas por razones de evasión fiscal, como el de los grupos farmacéuticos Pfi­zer y Allergan, molestaron a las autoridades.

Pero al bajar el impuesto sobre los beneficios a 21%, la reforma busca hacer que EEUU sea más atractivo desde el punto de vista fis­cal para las multinacionales. Para favorecer la repatriación de beneficios, la administra­ción de Trump va en primer lugar a proponer un impuesto único obligatorio a una tasa preferencial.

Las empresas tendrán que pagar un grava­men de entre 8% y 15,5% sobre sus beneficios guardados en el extranjero. Además esa canti­dad podrá ser pagada en cuo­tas y durante varios años. Y debería aportar al Estado al menos US$ 220.000 millones, según la comisión legislativa.

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