Bangalore, India | AFP.

Por Claire COZENS

Cada día más de mil camiones cisterna cargados de agua pasan frente a la pequeña tienda de Nagraj en Bangalore, levantando una polvareda de camino a las casas y oficinas de la capital india de la alta tecnología.

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En este “Silicon Valley” del sur de India, que conoció en un cuarto de siglo una explosión demográfica, los nuevos edificios de viviendas crecen como setas y la ciudad no logra suministrar suficiente agua corriente a sus residentes.

Muchos habitantes dependen de los depósitos que se llenan a partir de pozos gigantescos. Esta sobreexplotación del subsuelo provoca una preocupante disminución de las capas freáticas y hace temer que Bangalore se convierta en la primera metrópoli india con escasez de ese líquido vital.

“Hay una grave penuria de agua aquí”, dice Nagraj, 30 años, quien se trasladó al suburbio de Panathur hace una década y lo vio transformarse con una urbanización desenfrenada.

“En el futuro será difícil. Es imposible imaginar cómo hallarán agua, cómo vivirán. Incluso cavando a 450 metros de profundidad, no hay agua”, dice alarmado.

‘Ciudad agonizante’

Está muy lejos la época en que Bangalore era conocida como “la ciudad de los jardines”.

La localidad era entonces famosa por su vegetación y su calidez, y los jubilados venían a vivir días apacibles.

Pero el auge de las empresas informáticas indias, en su mayoría establecidas en Bangalore, a comienzos de los años 1990, cambió el lugar hasta volverlo irreconocible.

De 3 millones de habitantes en 1991, su población pasó a los 10 millones actuales, porque el dinamismo económico atrajo a trabajadores de todo el país.

Muchos de los lagos que hacían famosa a la ciudad desaparecieron. El cemento reemplazó los nenúfares.

Símbolo de los males de la metrópoli, el gran lago Bellandur está tan contaminado de sustancias químicas que a veces se incendia de repente o produce una espuma química invasora que obliga a las autoridades a erigir barreras para impedir que inunde la carretera.

“La ciudad está muriéndose”, dice T.V. Ramachandra, especialista del medio ambiente en el Instituto de Ciencia indio. “Si la tendencia actual de crecimiento y urbanización continúa, de aquí a 2020 el 94% del paisaje será de cemento”.

Ahora más de la mitad de Bangalore debe perforar la tierra en busca de agua o crear cisternas para paliar las carencias de agua corriente.

El mes pasado, la Corte Suprema tuvo que intervenir. Para paliar las necesidades urgentes del centro de la alta tecnología india, la más alta instancia judicial de la nación enmendó un acuerdo que acordaba compartir las aguas del río Cauvery entre Karnataka, la región de Bangalore, y el Estado vecino de Tamil Nadu.

La mayor parte del agua municipal de la ciudad proviene de esa disputada fuente de agua, que atraviesa Karnataka y luego Tamil Nadu, antes de desembocar en el golfo de Bengala.

Hace dos años, una decisión judicial ordenó a Karnataka soltar el agua para paliar la sequía que amenazaba los cultivos de su vecino y desencadenó disturbios mortales en Bangalore. Centenares de empresas tuvieron que permanecer cerradas durante los disturbios.

Recolección de lluvia

Para T.V. Ramachandra, las precipitaciones anuales podrían ser suficientes para calmar la sed de la ciudad si fuera más eficaz la recolección del agua de lluvia.

“Si hay una crisis de agua, no deberíamos plantear un desvío del río. Deberíamos pensar en retener el agua” de lluvia, dice criticando la ausencia de una amplia visión urbana de conjunto para enfrentar la actual situación de precariedad.

Pero como ocurre en el resto de India, los ciudadanos tienen poca inclinación a ahorrar agua. Pese a años de sequía, el agua corriente está muy subvencionada y el acceso a las capas freáticas poco regulada.

“En Bangalore, el (equivalente de) 1.000 botellas de agua tratada y limpia llega a casa y solo pagamos seis rupias” (siete céntimos de euro o nueve centavos de dólar), dice A.R. Shivakumar, científico del Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología de Karnataka.

Pese a ello, Shivakumar y su familia no han utilizado una sola gota de agua municipal en los 23 años que hace que viven en Bangalore.

Ellos utilizan un sistema de recolección de lluvias gracias a canales que conducen el agua a cisternas situadas debajo de su casa. Un sistema que también se instaló en paradas de autobús, en la red de metro y que las autoridades hicieron obligatorio para las casas nuevas.

“La nueva generación presta una gran atención al medio ambiente y las medidas de conservación”, considera el científico. “Esto hará avanzar las cosas”.

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