Tegucigalpa, Honduras | AFP |

Varios movimientos se manejan en el ajedrez político de Honduras para resolver la crisis que se desató en el país tras los comicios presidenciales del 26 de noviembre, que aún no tienen ganador oficial y que desataron protestas y denuncias de fraude.

Con 100% de los votos escrutados, el mandatario Juan Orlando Hernández, del derechista Partido Nacional, aparece como reelecto con 42,98% de los votos. Su contendiente, el presentador de televisión Salvador Nasralla, de la izquierdista Alianza de Oposición Contra la Dictadura, tiene 41,38%.

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El Tribunal Supremo Electoral (TSE), sin embargo, aún no declara oficialmente un ganador y anunció la noche del jueves la revisión de los votos emitidos en 4.753 urnas, en un nuevo intento por desvanecer dudas de vicios en el proceso.

La alianza de oposición, liderada por el expresidente Manuel Zelaya, derrocado en 2009, que hasta hace unos días pedía la revisión de unas 5.000 urnas, ahora exige examinar todos los votos, actas y cuadernillos de las 18.128 mesas de la elección, en medio de denuncias de fraude.

Los siguientes son cinco escenarios posibles:

Proclamación de reelección

Según la legislación hondureña, el TSE tiene 30 días, a partir de realizada la elección, para declarar al ganador oficial.

El sociólogo e investigador Miguel Mancía dijo a la AFP que adjudicar la victoria a Hernández sin una revisión completa enardecería a la población y aumentaría la convulsión, que se tradujo en protestas callejeras. Según organismos de derechos humanos, ya suman 13 las muertes en estas manifestaciones.

Sería “gasolina para el descontento”, advirtió Mancía, quien auguró un gobierno con poca legitimidad ante la población si Hernández es proclamado sin recuento.

Recuento total

Para Mancía, el recuento total de votos “es lo deseable”, al tener el beneplácito de la comunidad internacional, representada en los veedores de la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea.

La alianza opositora reclamó un conteo voto a voto y un análisis “forense” del servidor del TSE con ”árbitros internacionales” y la presencia de las tres principales fuerzas políticas del país. Sin embargo, esa revisión minuciosa se vislumbra como “un proceso largo y tortuoso”, acotó el analista.

Hacer el escrutinio integral legitimaría al cuestionado tribunal electoral, desmintiendo el supuesto fraude, si el recuento arroja los mismos resultados que presenta el sistema. Nasralla quedaría mal parado.

Por el contrario, un resultado a favor del opositor, deslegitimaría al TSE.

Aceptación de derrota

Una aceptación de la derrota por la oposición es una posibilidad muy remota al tomar en cuenta la posición de rechazo a la figura de Hernández, señaló de su lado Carmen Julia Fajardo, antropóloga y profesora universitaria.

“Esto es algo que se puede descartar”, precisó. Nasralla mismo reiteró que no puede reconocer el resultado en las actuales circunstancias, pues según sus denuncias el sistema de transmisión de votos fue intervenido para dar vuelta a la ventaja que tenía en los primeros resultados parciales.

Anulación y repetición de elecciones

Martha Lorena Suazo, decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, indicó que, una nueva convocatoria “no se ve factible”, tomando en cuenta que se están cumpliendo los pasos fijados en la legislación hondureña.

“Sería la vía para facilitar la solución del conflicto, pero vuelve a poner a pelear a los actores”, explicó. Y además sería muy costosa.

Según Suazo, aunque los recursos fuesen puestos por la cooperación internacional, habría que esperar a ver si los hondureños están dispuestos a “correr con otro conflicto”. Consideró que debe apostarse por una salida salomónica amparada en el diálogo.

Prolongación indefinida

Seguir con el conflicto sin tomar ninguna acción concreta por ambas o alguna de las dos partes en disputa generaría un peligro para toda la sociedad hondureña.

“Puede desencadenar en una anarquía. Ya hay pobreza, desempleo, la economía ya está débil y se vendría en picada. El castigado sería el pueblo”, advirtió Suazo, al señalar que en ese escenario “es bien difícil ver el final del túnel”.

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