Deborah Grayson Riegel

Todos tienen días malos en el trabajo –y algunos de nosotros tenemos más que otros. Ya sea que esté frustrado porque no alcanzó su objetivo de ventas, enojado de que su colega recibió el ascenso en lugar de usted o triste porque los despidos afectaron a su departamento, las emociones negativas tienen un lugar en el trabajo, nos guste o no.

Una cosa es sentirse mal, triste o enojado, y conocerse lo suficientemente bien como para predecir que lo superará en poco tiempo. Es diferente cuando su colega tiene un extenso periodo de dificultades y usted piensa, “¿no debería haberlo superado ya?”.

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Aunque usted pueda entender que el reponerse de un revés toma tiempo, podría estar impaciente. ¿Por qué? Porque la decepción o desesperación de su colega podría estar afectando la cantidad o calidad de su trabajo, lo que a su vez afecta el de usted. Más aun, la investigación muestra que las emociones son “contagiosas” — y entre más tiempo se sienta mal su colega, será más probable que esos sentimientos se repliquen en usted. Adicionalmente, su repertorio de estrategias de apoyo podría estarse agotando, y quizá sienta que se ha quedado sin formas de sentirse útil, empático o siquiera interesado.

Por mucho que quiera que su colega se reponga, no puede acelerar el proceso, del mismo modo en que él no puede hacerlo. Como dicen, la única forma de salir es atravesando –así que darle a su compañero una oportunidad de atravesar su experiencia emocional de hecho lo acercará a darle cierre.

¿Cómo puede usted contribuir? Una clave está en involucrarse en la “aceptación experiencial”: La disposición de mantenerse en contacto con las emociones negativas y otras experiencias difíciles, sin juzgar. He aquí unos ejemplos de cómo es:

— En lugar de decir “estás haciendo demasiado escándalo al respecto”, pruebe diciendo: “Parece que esto te está afectando de forma significativa. Dime más acerca de lo que está pasando”. En lugar de juzgar la profundidad o amplitud de la reacción de su colega (lo que él probablemente resentiría y no apreciaría), usted simplemente reconoce el impacto que la situación tiene para él y le ofrece un espacio para expresarse.

— En lugar de decir “deja de preocuparte tanto”, pruebe diciendo: “Te ves muy preocupado. ¿Qué es lo que más te inquieta?” En lugar de decirle a su colega cómo sentirse (lo que raramente, si acaso, funciona), usted reconoce cómo se siente y lo invita a explorar qué es lo que impulsa esa emoción.

— En lugar de decir “necesitas superarlo”, pruebe diciendo: “Suena como que sigues pensando al respecto. ¿Qué necesitas para avanzar?” En lugar de ordenarle que deje de estar tan incómodo (quizá porque él lo está incomodando a usted), le dice que escucha su preocupación, y le da una oportunidad de considerar sus propias soluciones.

Mientras las emociones negativas se muestren en el trabajo, usted estará mejor si tiene estrategias para ayudar a sus colegas a afrontarlas. ¿Quién sabe? Un día incluso usted podría necesitar alguna de esas tácticas.

(Deborah Grayson Riegel es una directora en el Boda Group).

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