Shane Snow

Una compañía con una cultura de la discusión suena como un problema. Sin embargo, el discutir puede ser algo bueno –quizá la clave para el éxito de una empresa- si es que esta puede entrenar a su gente para hacerlo de forma saludable.

La investigación señala que la diversidad cognitiva hace que el grupo sea más inteligente, en especial cuando todos están dispuestos a compartir su experiencia y opiniones. Los estudios también muestran que la mayoría de las fusiones y adquisiciones no fracasan debido al conflicto. Fracasan por el “silencio organizacional” que emerge del miedo al conflicto.

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Aunque la diversidad de pensamiento y los desacuerdos pueden ser incómodos, tienden más a impulsar al equipo para progresar, innovar y plantear soluciones revolucionarias que el consenso y las conversaciones “amables” en las que las personas ocultan lo que piensan. Podemos movernos hacia un discurso y debate más efectivo al entrenar a las personas para que adopten los hábitos correctos. He aquí cómo:

1. Recuerden que están en el mismo equipo

En los debates, las personas suelen enfocarse en persuadir al otro de que ellas tienen la razón, en lugar de hacerlo en descubrir mejores soluciones en conjunto. Arranque la discusión con una meta compartida y un espíritu de investigación. El énfasis debería estar en el hecho de que todos son del mismo equipo: Todos los puntos de vista al servicio de la meta compartida son bienvenidos, y todos son participantes en igualdad.

2. Limítense a los hechos, la lógica y el tema a tratar

Uno de los elementos más cruciales de un debate productivo es mantenerlo en rumbo. Aliente a las personas a tener en mente que el debate no se trata de quién se interesa más, quién hace más ruido o quien es más elocuente. No usen truculentas tácticas retóricas. Distingan entre hechos e interpretaciones. Identifiquen falacias lógicas y den marcha atrás. Analicen no solo la evidencia, sino la calidad de esta. Si el debate se divaga, reconózcanlo y regresen al inicio.

3. No lo hagan personal

Las discusiones tienden a fracturar cuando las personas sienten que sus ideas o identidades están siendo atacadas. Para despersonalizar sus argumentos, evite los ataques personales. Aléjese de preguntas que impliquen juzgar a las personas en lugar de sus ideas, en lugar de ello, pruebe “¿Qué te hace sentir de ese modo?” o “¿Qué te ha llevado a esa conclusión?” Asuma que las intenciones de todos son buenas. Recompense a las personas por impulsar al grupo hacia adelante, en lugar de por estar “en lo correcto”.

4. Sean intelectualmente humildes

Para que un debate sea productivo, los participantes deben estar dispuestos a respetar todos los puntos de vista y cambiar de opinión cuando sea necesario. Esto es a lo que los psicólogos llaman humildad intelectual. Significa que no tomen las cosas como algo personal, que escuchen y respeten a cada persona y su opinión, incluso si no la comparten, y que admitan cuando se den cuenta de que están equivocados, concediendo con alegría cuando otros plantean buenos argumentos. También significa ser curioso. Incluso las malas ideas pueden ser útiles; pueden ayudarlo a encontrar otras ideas que sean nuevas y mejores.

Es importante para todos los involucrados en un dialogo el ejemplificar estos hábitos, ya sea un café de uno a uno o una discusión pública en una sala de juntas, y los líderes deberían ser los primeros en atenerse a ellos. La clave para la solución innovadora de problemas no está en llevarse bien. Está en no llevarse bien.

(Shane Snow es autor de “Dream Teams: Working Together Without Falling Apart”).

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