San Pablo, Brasil. AFP

El traje de superhé­roe de Eduardo Var­gas es una camiseta roja. Lo dejó claro en el 2015 y el 2016. Una indisciplina casi le arranca la capa. Pero en Chile saben que aún no hay nadie con sus poderes. Este 2019, “Turbomán” ha vuelto al rescate en la Copa América.

Goleador en las dos últi­mas ediciones del torneo de selecciones más antiguo del mundo, acaba de sumar 12 dianas en su cuenta, tras las dos pinturas que le dibujó a Japón en el 4-0 que le metió Chile el lunes.

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Con ese doblete iguala a Cou­tinho y Paolo Guerrero en el presente torneo iguala con el peruano Guerrero como el máximo goleador activo de la Copa América y queda a cinco goles del primer lugar histó­rico, que ostentan el brasileño Zizinho y el argentino Nor­berto Méndez.

Suma 38 tantos en su selec­ción, a cuatro de distancia de Alexis Sánchez, goleador histórico de La Roja. Y eso que hasta inicios de este año, “Edugol” ni siquiera estaba considerado en la planilla de Reinaldo Rueda para viajar a Brasil.

EL HIJO PRÓDIGO

En marzo del 2018, el delan­tero del Tigres de México des­obedeció a Rueda durante una concentración en Esto­colmo, cuando Chile enfrentó en amistosos a Suecia y Dina­marca. Se fue de fiesta y bebió alcohol, según reportó la prensa de su país.

Como una suerte de Nick Fury de estos Avengers, Rueda le quitó el uniforme. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

Hasta que llegó la hora de viajar a Brasil 2019. “El Niño Maravilla” Alexis Sánchez, su principal carta ofensiva, tenía una lesión que tardaba en sanar. Y en las canteras era difícil encontrar un reem­plazo.

Rueda no tuvo más reme­dio que apretar el botón de emergencia y llamar a “Tur­bomán”. Le habían quitado el traje, pero no los superpo­deres. “Edu Vargas vuelve de un castigo de un año y trae el gol al ataque de Chile porque Chile no estaba haciendo gol con los atacantes”, dice a la AFP el comentarista depor­tivo chileno Eugenio Salinas.

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