POR DANIEL ARÉVALOS
Desgraciadamente, la violencia va ganando al fútbol, ayer en el partido entre Luqueño y 3 de Febrero (1 a 1), lo relevante no fue el partido, ni la actuación excepcional de algún jugador o el espectáculo en sí, sino el desborde de los hinchas de Luqueño al finalizar el encuentro.
No existe explicación alguna que justifique la violencia. El flojo rendimiento del equipo, la impotencia que genera en los aficionados, quienes pueden objetar ya sea a los jugadores, a los dirigentes, pero en absoluto amerita una reacción violenta de los inadaptados que rompieron todo lo que encontraban a su paso, vehículos particulares, parabrisas de los buses que transportan a los futbolistas y ocasionando un susto generalizado a los aficionados decentes.
La Policía recurrió a gases lacrimógenos para dispersar a los hinchas y se produjeron corridas. Los jugadores también pasaron muy mal, porque preocupados por sus familiares en vez de ir al vestuario corrieron con sus hijos en brazo buscando donde guarecerse.
El partido no dejó casi nada, el empate no favorece a nadie. Luqueño sigue por mala racha, fue su octavo partido sin ganar y cada vez más comprometido con el promedio. Cañete abrió el marcador para los auriazules en el primer tiempo. En la complementaria llegó el empate paranaense por intermedio de Leonardo Villagra.
En Luqueño hay mucha confusión y mucha queja contra los jugadores y la continuidad del técnico Sanguinetti está en veremos.