AFP/ JUAN CARLOS HIDALGO

Primer centroame­ricano en recibir el Premio Cervantes, el nicaragüense Sergio Ramírez dedicó ayer el máximo galar­dón de las letras hispanas a la memoria de los manifestan­tes "asesinados" en las violen­tas protestas en su país.

Vistiendo un lazo negro en la solapa en señal de luto por los sucesos que han dejado 25 muertos, Ramírez comenzó su discurso de aceptación dedicando el premio "a la memoria de los nicaragüen­ses que en los últimos días han sido asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia".

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Asimismo, honró "a los miles de jóvenes que siguen luchando sin más armas que sus ideales por que Nicaragua vuelva a ser República", en el acto realizado en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, localidad donde nació Miguel de Cervantes (1547-1616).

El escritor de 75 años, que afirmó en su discurso que los novelistas no pueden "cerrar los ojos" ante las realidades en América Latina, se refe­ría a las violentas protestas y choques con la policía de los últimos días en Nicaragua, en contra de una reforma del sis­tema de pensiones.

Aunque el presidente nica­ragüense, Daniel Ortega, revirtió el domingo la reforma buscando calmar los ánimos ante los sucesos callejeros más cruentos en sus 11 años de gobierno, los estudiantes y otros secto­res prometían continuar el movimiento.

Vicepresidente de Ortega entre 1985 y 1990 durante la Revolución Sandinista y luego uno de sus más duros críti­cos, Ramírez pidió "que cese esta represión absolutamente absurda contra la población civil, sobre todo contra los jóvenes", en declaraciones a la televisión pública TVE pre­vias a la ceremonia.

Ramírez, miembro de la Academia Nicaragüense de la Lengua y autor de "Mar­garita, está linda la mar" –Premio Alfaguara 1998– y "Adiós muchachos", parti­cipó el domingo en Madrid en una manifestación con­tra la "represión" en Nica­ragua.

Pese a haber abandonado la acción política en 1995 tras postularse sin éxito a las presidenciales en su país, Ramírez defiende que los escritores conserven sus ideales políticos y resistan el "poder arbitrario", algo en lo que insistió en su discurso tras recibir el Cervantes de manos del rey Felipe VI.

"Cerrar los ojos, apagar la luz, bajar la cortina, es traicionar el oficio", afirmó Ramírez, quien dijo escribir siempre "con las ventanas abiertas" para no "ignorar la anormali­dad constante" de la realidad latinoamericana.

Entre los retos de la región, enumeró los caudillos "dis­frazados de libertadores", el narcotráfico, el "exilio per­manente" de centroameri­canos hacia Estados Uni­dos, la violencia o "las fosas clandestinas que se siguen abriendo".

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