Si hay algo que es indiscutible, además de la crítica propia por la línea que tiene este medio, es el casi nulo apego que tiene al trabajo el candidato de la Concertación Nacional, Efraín Alegre, que aspira nada menos que a la Presidencia de la República. Sus fuentes de ingreso se han convertido en un secreto muy bien guardado, misterio sin precedentes en el desenvolvimiento de cualquier político que entra a competir insistiendo, principalmente, con su currículo laboral, en lo que hace, sabe hacer y lo que puede lograr con su experiencia y conocimientos.

La poca afinidad de trabajar ha de ser la principal causa de que no socialice, con énfasis en el marco de su campaña política el compromiso de las oportunidades de empleo que puede generar, por cierto, una campaña emprendida con mucho resentimiento hacia quienes realmente generan puestos de trabajo para la gente. El razonamiento ineludible es qué futuro puede forjarse de la mano de políticos con precario hábito al trabajo.

El caso del político liberal, además de sus oscuros antecedentes de sus tiempos como ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, tiene encima un cuestionamiento irrefutable que es su poca afición al trabajo. De hecho, no se sabe en qué trabaja desde que dejó la Cámara de Senadores tras su cuestionada gestión en la citada cartera para postularse a la Presidencia de la República del período anterior, cuyos resultados fueron bastante frustrantes para el mismo, al punto que le costó resignarse a la derrota.

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No se sabe de qué vive Efraín Alegre, quien el pasado 18 de enero cumplió 60 años y en medio del festejo le llovieron críticas como cuestionamientos, porque más de la mitad de su vida, es decir 40 años, lleva a costa del Estado, gracias al oficio de la política. Su compañera de fórmula no está muy lejos de esta situación. Es un misterio total cómo se financia la candidata a vicepresidente por la Concertación, Soledad Núñez.

Ambos viven destilando campaña de odio hacia un partido. En el discurso son baluartes de la transparencia, pero en la práctica nadie sabe cómo se mantienen, de dónde proviene el dinero para las intensas giras a lo largo y ancho del territorio nacional.

Más que las balas verbales contra el grupo político del adversario más potente, muy poco se sabe de cuáles son las opciones que ofrece la dupla para resolver el desempleo, principalmente. El punto es que ni siquiera se sabe en qué trabajan ambos, cómo obtienen fondos para dedicarse a la política todo el tiempo, a no ser que se muevan por el aire.

Aunque para ser justos, no hay que olvidar que Efraín, quien despotrica contra el funcionariado público y les saca en cara privilegios desmedidos, cobra G. 13 millones al mes, gracias a ser un beneficiario de la Jubilación vip. Qué ironía, ¿no?, cuestiona a los empleados del Estado mientras él vaga por todo el país y disfruta de un sueldo estatal después de tres períodos en el parlamento, el último entrecortado, ya que unos cuantos años dejó su curul para administrar el ministerio de Obras Públicas.

Las campañas de odio, de destrucción con vidriosos discursos por las ambiciones de poder, resultan extremadamente dañinos, porque los objetivos se tornan huecos en soluciones de problemas reales que afectan a la gente que debe sacrificarse día a día para mantener a sus familias. Estas rimbombantes arengas se terminan al apagar el micrófono. Las palabras se las lleva el viento al final de cada espectáculo. La cruda realidad continúa haciendo sufrir. De hecho, estos políticos no viven la misma realidad que la ciudadanía, no saben lo que es ganarse la vida con sacrificio, sostenerse trabajando.

El Paraguay necesita oportunidades. La gente requiere puestos de trabajo, exigencias que no priman en la vida de esta dupla. No se sabe o al menos no han trascendido emprendimientos o inversiones de estas personas con capital exclusivamente de origen privado que otorgue empleos a gran cantidad de personas.

La gente no puede darse el lujo de confundirse con alocuciones disparateras. No se puede construir con base en la destrucción, es una regla de oro. Sin propuestas y sin predicar con ejemplo, difícilmente se pueda edificar un país mejor y la gente necesita vivir mejor. Se requiere algo más que el simple ataque al adversario político coyuntural.

Quienes saben lo que es ganarse la vida con esfuerzo diario, entiende perfectamente. Urge generar puestos de empleo en nuestro país, ese es el compromiso prioritario, pero el objetivo postula a autoridades con experiencia, habituados a trabajar, que han construido y no solamente se hayan colgado de peleas políticas que lo único que asegura es la división y el retroceso.

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