El desarrollo de la economía para­guaya de los últimos años ha sido objeto de análisis por parte de técnicos del área en el Primer Congreso Paraguayo de Investigadores, Productores y Hacedores de Políticas Eco­nómicas. Funcionarios de alto nivel coin­cidieron en que el crecimiento económico que se dio en los primeros quinquenios de este siglo han sido más altos que los regis­trados en los últimos años. Y que ahora se hace imprescindible la reestructuración del Estado con menor gasto público y una mejora en la productividad como principa­les desafíos del futuro. La conclusión es que para encarar cualquier proyecto de reacti­vación se debe comenzar ineludiblemente por las reformas estructurales del Estado, tarea que este Gobierno tiene que comenzar cuanto antes si no quiere defraudar al país.

Uno de los oradores del encuentro recordó que entre los años 2003 y 2014, la economía paraguaya registró un crecimiento prome­dio anual del 4,6%, cosa que en los últimos años declinó, pues la expansión fue solo del 2,3% por año desde el 2014 al 2021. El pro­medio anual señalado incluye los años de caída como el 2019 y el 2020, que fueron decididamente malos.

En el análisis se mencionó que hay sectores de la economía que están alcanzando sus techos de rendimiento, que deben mejo­rar su desempeño de productividad, y que, entre los asuntos puntuales, urge la diver­sificación de las exportaciones de nues­tro país. En el pasado, el país aprovechó las ventajas de los altos precios internacionales de los productos agropecuarios, cosa que en la actualidad no ocurre porque se está en una situación más difícil, que pinta un futuro incierto. Lo que plantea un desafío nuevo que hay que abordar.

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A la menor producción y la inestabilidad de los precios internacionales se suma el hecho de que el país se encuentra actual­mente en el pico de la contratación pru­dencial de la deuda pública, que con este Gobierno ha aumentado en más del 70%. En el mencionado panel, el presidente del Banco Central del Paraguay (BCP), José Cantero, puso el dedo en la llaga. Refirió que luego de la pandemia del covid-19 y el alza de los gastos frente a menores ingre­sos para encarar la emergencia, se tiene el compromiso de volver a los niveles anterio­res del déficit fiscal.

Se tiene dudas de que ocurra esto teniendo en cuenta el comportamiento dispendioso del Gobierno que no reduce los gastos y sigue aumentando la deuda. El funciona­rio insistió en la importancia de establecer consensos en la sociedad sobre los asuntos macroeconómicos, como principal activo intangible ante los ojos del mundo exterior, como las empresas calificadoras de riesgo y los interesados en realizar inversiones en Paraguay. Sentenció que por esa razón lle­var adelante las reformas estructurales del Estado es de suma importancia.

La opinión y las conclusiones de los téc­nicos del Gobierno sobre la necesidad de reformar la estructura estatal es de suma importancia. Los organismos y los funcio­narios responsables de la conducción del país están en la obligación política y técnica de tomar en cuenta con seriedad la necesi­dad de la reforma estatal. Al margen de las consideraciones de la politiquería y de las ambiciones de los sectores que solo piensan en usar al Estado para sus fines partidarios y personales.

Teniendo en cuenta que el mal uso de las finanzas públicas es uno de los puntos más críticos, es fundamental que el Estado recorte fuertemente el gasto público. Cosa que solo se podría lograr mediante una gran reestructuración del aparato estatal, que debe ser la prioridad para el Gobierno. La malversación, en el sentido de apro­piarse indebidamente de fondos públicos, ya no se puede aceptar.

Lo primero que tiene que hacer es no seguir prestando dinero para gastos superfluos, cerrar la canilla del despilfarro, volver con rapidez a achicar el déficit fiscal a los niveles establecidos por la ley respectiva. Termi­nar con las contrataciones de empleados públicos, reducir la nómina con medidas especiales, como las jubilaciones anticipa­das y liquidar los contratos especiales de los políticos.

El Gobierno está en la obligación urgente de emprender la reforma del Estado y la reduc­ción del gasto público si no quiere condenar al país a vivir los peores momentos de su historia. Y debe comenzar ya la tarea.

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