Después de experimentar en el 2021 una leve alza de la acti­vidad económica, luego de los efectos perversos de la pande­mia, los primeros meses de este año pintan un período desfavorable. Además del pro­blema ocasionado por la sequía en el sec­tor primario se produjo la invasión rusa de Ucrania, con todas sus consecuencias nega­tivas en el clima económico mundial. A todo esto se suma ahora la campaña de las inter­nas del Partido Colorado que lleva parte de la atención del Gobierno que tendría que estar totalmente concentrada en los asuntos de la nación. No ocuparse en forma exclusiva de los intereses del país, más toda­vía en momentos de fuertes dificultades, puede hacer más difícil superarlas.

En diversos sectores de la actividad eco­nómica habrá caídas importantes y creci­mientos leves que en su conjunto pesarán sobre la buena marcha del país, en especial en la disminución del empleo y el descenso del consumo. Las estadísticas del Banco Central del Paraguay (BCP) muestran que, con el desplome de la actividad eco­nómica de marzo, en el primer trimestre se produjo una caída acumulada del 2,7%. La agricultura sufrió una fuerte contrac­ción, sobre todo por la baja producción de soja, a la que se sumó la ganadería que cayó debido al menor faenamiento de bovinos y porcinos. En la industria las que tuvieron más incidencias negativas fueron la pro­ducción de carne, aceite, lácteos, moline­ría, panadería, productos de papel, madera y fabricación de metales comunes. La generación de energía eléctrica de las bina­cionales continúa mostrando una reduc­ción, lo mismo que los servicios de trans­portes, telecomunicaciones y servicios de información.

Sin embargo, la producción de bebidas y tabaco, químico, textiles y prendas de ves­tir, fabricación de minerales no metálicos y fabricación de productos metálicos tuvie­ron desempeño positivo. Lo mismo que los servicios en restaurantes y hoteles, además del desempeño de las empresas de inter­mediación financiera. La reducción de la actividad económica se tradujo en el mer­cado laboral, donde la tasa de desocupados aumentó y afecta a 317.000 personas.

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Según los números del Instituto Nacio­nal de Estadísticas (INE), la tasa de des­ocupación es ahora del 8,5% de la pobla­ción económicamente activa, comparado con el 6,5% registrado antes de la pande­mia. Y los más afectados son los trabaja­dores del sector primario. En las indus­trias y la construcción, donde está el 20% de los ocupados, hubo una reducción de 90.000 empleos. En el área de trabajado­res independientes unas 105.000 per­sonas no tienen actualmente ocupación y están sin poder ganarse el sustento. A estos datos se suma la nueva situación que se está viviendo últimamente con el aumento continuado de precios, que hace que la economía de la gente se resienta con más fuerza.

El panorama general del país es actual­mente de cuidado y se requiere de las auto­ridades nacionales una conducta ade­cuada que responda al momento que toca vivir. Que encaren una política destinada a remediar los problemas que afectan a los paraguayos. Por eso hay que reclamarles una buena dosis de cordura para aceptar la realidad en toda su dimensión. Y exigirles sobre todo el fervor patriótico que deben tener los servidores públicos por encima de cualquier otra preocupación.

Llamar la atención e insistir sobre este hecho no significa hacer oposición política al Gobierno, sino colaborar con él para el bien común señalando una situación inne­gable que se debe afrontar con solvencia para defender los intereses de todos. Por­que si la suerte del país no está primero en la atención de los gobernantes no podrán trabajar con la eficacia que se necesita por la recuperación y la estabilidad nacional.

Con este panorama claramente adverso no queda otra alternativa que impulsar fuer­temente a todos los sectores para que tra­bajen con más fuerza, enfrenten los pro­blemas con inteligencia y abran el camino hacia la recuperación. El esfuerzo del sec­tor privado con sus emprendimientos y su trabajo es el instrumento principal, pero no el único, para salir de la crisis.

En esta tarea común el Estado y las autori­dades nacionales no pueden estar ausentes ni dejar de cumplir su obligación, porque deben ejecutar su papel rector poniendo las condiciones políticas y legales adecua­das para que el esfuerzo de la comunidad fructifique y sea provechoso para todos.

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