Profunda conmoción provocó la muerte por encargo del fiscal Marcelo Pecci en una playa de Cartagena, Colombia. No solo por la violenta eliminación de una preciosa vida humana, sino porque lo ejecutaron por su permanente lucha contra el narco­tráfico y la delincuencia. En ese sentido es un mártir de la causa contra el crimen organizado por defender sus ideales y su lucha.

El asesinato de Pecci ha causado un gran dolor por su calidad de persona y su labor contra el delito, ya que investigaba varios de los casos más sonados de los últimos tiem­pos. Entre los que sobresalían las investi­gaciones sobre el narcotráfico, el financia­miento del terrorismo y el lavado de dinero, entre otros.

También formaba parte de las pesquisas de la mayor operación antidrogas que se recuerde A Ultranza Paraguay, además de investigar el atentado de Ja’umína en San Bernardino, el cuádruple asesinato en Pedro Juan Caballero, en el que mataron a la hija del gobernador local, además de otros casos relacionados con el mundo narco.

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El asesinato del fiscal a manos de sicarios, a varios miles de kilómetros de Paraguay, es un hecho ordenado desde nuestro país en que los mafiosos exhibieron hasta dónde pueden llegar los tentáculos del crimen orga­nizado. Y demostraron que la mafia no tiene fronteras ni límites para causar el terror.

Los grupos de delincuentes están tomando cada vez más espacios en nuestra sociedad. Y para proteger sus negocios perversos no se detienen ante ningún obstáculo, que eli­minan con el poder del dinero sucio o con las muertes de las personas que los molesten. Lo que es peor, con las numerosas matanzas que han cometido y financiado en los últimos tiempos, están causando zozobra en la ciu­dadanía y dan la señal de que ya han tomado numerosos reductos del país para sus desig­nios criminales.

Este infausto acontecimiento no es un aten­tado más entre los tantos. Es el más impor­tante y la señal de que la lucha contra la delincuencia es insuficiente y de que el país tiene que tomar medidas muy severas para detener el crimen organizado.

El dolor nos conmueve y pone tristes a todos. Pero no basta con el espanto que ha cau­sado esta acción homicida. Luego de enjugar las lágrimas y de expresar las condolencias hay que actuar con decisión ante la terrible amenaza que se cierne sobre la colectividad nacional. Todo el Paraguay, con las autorida­des a la cabeza, debe emprender una extraor­dinaria cruzada contra el narcotráfico y los delitos conexos. Porque no se puede permitir que los malhechores vayan ganando cada vez más terreno con sus fechorías.

El enemigo que se tiene enfrente no está lejos, se encuentra en nuestras calles, camina entre nosotros, respira a nuestro lado y nos está amenazando no solo con sus armas, sino con los muchos elementos que dispone para atacarnos.

Si la mafia quiere dominar con el miedo y su poder económico a nuestro país, lo primero que hay que hacer es adquirir clara con­ciencia de esta realidad. Y pelear con ella en todos los frentes con todos los instrumen­tos que se pueden obtener. No solo con las armas físicas que poseen las fuerzas públi­cas, sino también con las armas intelectuales y de comportamiento social y moral con que cuenta nuestra sociedad. Esto debe darse en todas las instancias, como en los grupos sociales, las asociaciones deportivas, las ins­tituciones educativas y religiosas, los medios de comunicación y corporaciones diversas.

La principal responsabilidad en la lucha con­tra el crimen es del Estado y sus institucio­nes especializadas. El Poder Ejecutivo y los legisladores no pueden quedarse solo con los discursos y las buenas intenciones por mejores que sean. Y el Poder Judicial tiene que mejorar su burocracia y castigar con más fuerza a los malhechores.

El Gobierno tiene que actuar con más eficien­cia en todos los niveles. Porque la única sal­vación que tiene el país contra esta amenaza es disminuyendo sustancialmente el delito y castigando con más fuerza a los delincuentes. Para mejorar su chance en este combate, debe pedir la colaboración de organismos interna­cionales especializados en el tema y de gobier­nos que cuentan con mayor experiencia.

Combatir con más fuerza el crimen y obtener óptimos resultados será el mejor homenaje a la memoria del fiscal Marcelo Pecci.

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