Los signos de restauración de la economía paraguaya según los indicios del primer semestre son buenos, pero todavía insu­ficientes. Si bien creció en buenos térmi­nos frente a los números registrados en los primeros seis meses del 2020, aquel fue un tiempo con una fuerte caída económica debido a la pandemia por lo que la com­paración no es adecuada. Y si el cotejo se realiza con el primer semestre del 2019, se está ante una declinación del crecimiento que caracterizó a la primera mitad de ese año. Por consiguiente, los porcentajes de aumento exhibidos en lo que va de este año no son cualitativamente significati­vos porque se los coteja con los dos peores años del último quinquenio. Lo que quiere decir que se está viviendo un tiempo clave, en que hay que salir de la tragedia y procu­rar los grandes objetivos nacionales.

El momento histórico que vive el Paraguay en medio de una región y del mundo profun­damente conmovidos por la pandemia es oportuno para tomar decisiones que ayuden a mejorar el rumbo y concretar realizacio­nes decisivas. La experiencia de la humani­dad demuestra que cada catástrofe con su carga de muerte y dolor constituye también un punto de partida para perseguir los obje­tivos de desarrollo y bienestar. La Segunda Guerra Mundial, la más terrible conflagra­ción bélica de la historia, con millones de personas muertas y las más graves destruc­ciones de toda índole, es un claro ejemplo de ello. Después de esa terrorífica experien­cia se unieron los pueblos, se establecieron alianzas, se crearon entidades económicas, modificando estructuras para encarar el progreso y se plantaron bases para la con­vivencia pacífica entre la mayor parte de los países del orbe.

Tal vez por eso un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala que para salir de esta crisis los países de la región deben esforzarse para mejo­rar su organización económica y social. Dice que nuestro país debe realizar algu­nas reformas estructurales para superar la emergencia ocasionada por el coronavirus y abrirse a nuevas oportunidades de sólido crecimiento. En el documento titulado “Oportunidades para un mayor crecimiento sostenible tras la pandemia” indica que la inversión en infraestructura y la digitaliza­ción son claves para aumentar el ritmo de mejora nacional. Resalta, entre otras cosas, la necesidad de adoptar políticas que pro­muevan la participación consistente de las empresas en las cadenas globales de valor.

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Una de las economistas del organismo afirmó que Paraguay tiene como desafío la inserción internacional para promover el ritmo de crecimiento. Y que uno de los aspectos más relevantes es fortalecer la polí­tica comercial, a través del posicionamiento de la marca país para seguir atrayendo inversiones y la optimización de los incenti­vos tributarios, como los de la maquila. Otro de los puntos sobre los que llamó la atención es la necesidad de que se apoye la diversifi­cación de la economía y efectúe una mayor integración internacional, para poder potenciar la productividad y contribuir al crecimiento sostenible inclusivo.

Lo que propone el BID es fundamental para que en este tiempo de recuperación se insista en las aristas más importantes de la actividad económica a fin de que pueda darse una reactivación efectiva.

Las sugerencias no son nada nuevas como fórmula para salir de la emergencia econó­mica y social. Pero tienen la fuerza de que provienen de un organismo de primer nivel internacional y en el momento crítico que se está viviendo.

El Gobierno debe tomar nota del diagnóstico del banco para ajustar su análisis de la reali­dad y aceptar las advertencias técnicas para reforzar sus planes económicos y encarar con más fuerza la ansiada recuperación. En sus proyectos gubernamentales debe poner mayor énfasis en aquellos capítulos señalados como más importantes para tener la garan­tía de salir de la situación actual con mejores posibilidades de un desarrollo categórico.

Hay que tener en cuenta que la pandemia es uno de los más importantes desafíos que tiene el país en su historia reciente. Pero aparte de las lamentables desgracias que produce, brinda oportunidades únicas para que se pueda encarar el futuro con éxito.

Lo que importa es asumir el reto y reali­zar con energía las transformaciones que correspondan, como suelen actuar los pue­blos que superan sus más difíciles com­promisos y triunfan a pesar de sus duros momentos.

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