El Gobierno ha anunciado que comenzará hoy la vacunación masiva contra el coronavirus ya que este fin de semana han llegado 234.000 vacunas, lo que hace suponer que se podrá inmunizar a más de cien mil personas más en los próximos días. Si en el curso de mayo se obtienen las grandes partidas anunciadas, puede esperarse una campaña de inmuniza­ción que abarque no solo a los mayores de 80 años sino incluso a los septuagena­rios. Pero para que ello ocurra, en gran medida depende de la suerte, ya que muchos anuncios anteriores de arribos de los inoculantes no se produjeron a tiempo.

Esto se da en un momento en que se ha lle­gado al récord de decesos en una jornada, con internaciones hospitalarias que desde el viernes último superan las 3.000 y en que los contagios permanecen muy altos, sin que todo lo que se ha hecho hasta ahora haya contribuido visiblemente a la dismi­nución de los casos diarios.

La evolución de la pandemia en abril ha sido muy dolorosa, por la gran canti­dad de contagios y el creciente número de decesos, pues se ha llegado a límites impensados y de extraordinario peso para la sociedad.

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Desde el 1 hasta el 25 de abril, la cantidad de fallecimientos ha sido de 1.694 perso­nas, lo que representa el 28,7% de todos los decesos que se tuvieron hasta ahora desde el inicio de la pandemia a causa del covid-19.

La cuantía de fallecidos por día ha ascen­dido a 68 (67,76) en este mes que va termi­nando, cuando en enero era de 15 muertos por jornada, en febrero de 17 y en marzo de 33. O sea que la media de decesos diarios en abril es más del doble de la de marzo último.

Pero es en la última semana transcurrida cuando los números fueron superando los promedios anteriores. Los fallecimientos registrados entre el 18 y el 25 de abril fue­ron de 587, lo que significan 84 (83,8) dece­sos diarios, un promedio tan elevado en el que han tenido un gran peso los 98 falleci­dos del domingo último.

Los contagiados de la última semana alcanzaron la media de 2.147 casos por día, 320 enfermos diarios más que el promedio alcanzado en cada jornada de lo que va de abril. Como consecuencia de la mayor can­tidad de contagiados, el número de inter­nados en los hospitales que hasta mitad de la semana pasada estaba por encima de los 2.900 ha superado los 3.000 el viernes 23, con el récord de 525 enfermos en terapia intensiva que se produjo ese día.

El peso de la tragedia que se vive ha hecho que el Gobierno vuelva a disponer medidas de aislamiento en horario nocturno para las ciudades más importantes del país, que son las más comprometidas por el aumento de casos. A pesar de que medidas similares anteriores, como las de Semana Santa y la previa a ella, no han producido los efectos deseados, ha vuelto a recurrir a esa decisión, probablemente porque no ve otra salida. Pero en esta ocasión decidió recurrir al medio que siempre debió utili­zar, controlar el cumplimiento de las pro­hibiciones mediante el uso de las fuerzas de seguridad.

Los voceros del Gobierno reconocieron que la situación actual es muy difícil, y por eso los controles de las disposiciones restrictivas estarán a cargo de la Policía Nacional, la Senad, efectivos militares y agentes de la Patrulla Caminera. Ahora falta que el Gobierno encare una fuerte campaña de comunicación y de educación para hacer entrar en razón a los grupos menos dóciles en la observancia de las normas.

Es bueno que la ciudadanía entienda su importantísimo papel en la lucha actual contra la enfermedad en que nadie se puede sentir ajeno. El Gobierno y las insti­tuciones necesitan de todos, pues esa tarea no la podrán hacer sin el aporte de cada uno de los ciudadanos. Por eso, a pesar de las críticas que se merezcan, todos tene­mos que estar juntos en esta batalla por la vida. Y en esa labor no se pide más que aca­tar las medidas del protocolo para el cui­dado sanitario. Hasta que la inmunización que se inicia alcance a la mayoría y pueda garantizar mayor seguridad al país.

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