Comienza la época estival y hay que encararla con la nueva modalidad que obliga la pande­mia. Los preparativos turísti­cos se inician en distintos puntos del país y el ministerio del ramo ayuda en la tarea. Como se tiene encima el peligro de la enfer­medad, nada será como antes, pues habrá que ser estrictos en los protocolos sanita­rios, sobre todo debido a que hay un gran porcentaje de la población que no los quiere tener en cuenta. En este campo, hay una nueva tarea que cumplir, que constituye un desafío a la creatividad y a la capacidad organizativa de las distintas localidades del país cuya actividad turística se multiplica durante la época.

Se abre la campaña para rehabilitar las pla­yas y piscinas, reglamentar su utilización y establecer cuidados especiales para la salud de los bañistas y personas que estarán en esos lugares. Es parte del gran proceso de volver a la normalidad, tal como se viene haciendo en todos los otros renglones de la vida social, comercial y económica. Es un nuevo, y muy importante, paso en el desarro­llo de la reapertura general luego del encierro ocasionado en los más diversos ámbitos de la sociedad a causa del covid-19.

La Secretaría Nacional de Turismo (Senatur) ha venido trabajando con agencias de viajes, hoteles, municipios y personas vinculadas a la actividad turística para idear un sistema que facilite el esparcimiento garantizando la salud y la seguridad de las personas.

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Por las circunstancias que se viven, todas las actividades relacionadas con el traslado y aglomeración de personas tienen que contar con la autorización del Ministerio de Salud Pública para garantizar la seguridad sani­taria. Por ello, en cada caso los centros de verano serán inspeccionados por las autori­dades del sector. Porque más allá del entre­tenimiento y la comodidad de los individuos está el respeto a la salud de los mismos.

A modo de ejemplo, es bueno observar lo que se ha realizado últimamente en Encarna­ción, uno de los principales polos turísticos del país. Con el trabajo conjunto de la munici­palidad local, exponentes del área comercial y funcionarios de Senatur se ha elaborado un protocolo especial, que ya cuenta con la apro­bación de las autoridades sanitarias.

El reglamento para las playas de la capital de Itapúa es similar al que rige para todos los balnearios y piscinas. Deben contar con mecanismos de desinfección, para facilitar la limpieza de las manos con jabón, la utiliza­ción de alcohol. Aunque los que estén al aire libre no necesitarán usar tapabocas, siempre que se esté con el grupo familiar o laboral, sí se deberá respetar el distanciamiento y la higiene previa de las personas y los lugares respectivos.

En la playa San José de Encarnación se hizo un experimento de “burbujas familiares”, que son espacios diseñados para grupos de dos, tres, cuatro y diez personas que quieran ingresar a las playas. El parcelamiento rea­lizado a orillas del Paraná permite que cada grupo esté distanciado del otro a seis metros, porque el propósito es ofrecer a la gente la posibilidad de veranear de manera segura y protegida. El acceso a estos lugares será posi­ble mediante agendamiento previo a través de una plataforma especial donde se toma­rán los datos de todas las personas, quienes podrán ingresar luego de que se les tome la temperatura.

La idea es formalizar el uso de las playas cumpliendo todas las medidas preventivas. Para ello el control del cumplimiento del pro­tocolo sanitario en las playas encarnacenas estará a cargo de la Policía Municipal Sanita­ria, la Policía Ambiental, la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas.

El ensayo realizado en la capital sureña puede ser una fórmula válida para enfrentar los problemas que implica veranear en plena pandemia.

El turismo es una actividad necesaria para el esparcimiento de miles de personas que necesitan cambiar de aire y desarrollar acti­vidades de divertimento. También consti­tuye un renglón económico importante que mueve el empleo de un gran sector de gente y la actividad de numerosas empresas, sea en materia de transporte, alojamiento, res­taurante y afines, que reportan beneficios al movimiento económico general.

En esta ocasión, para que tengan éxito las labores turísticas, además de prestar un buen servicio, se deberá poner el acento en el cuidado sanitario y el control de la conducta de las personas.

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