Sabemos que aún no llega el momento más difícil al que nos someterá a todos el COVID-19, pero desde ya gracias a nuestros médicos, enfermeras y demás personal sanitario; gracias por su pro­fesionalismo, su dedicación y valentía. Lo más difícil está por venir y quienes lucharán de frente contra este coronavi­rus son ellos y debemos cuidarlos, desde el Estado y nosotros cómo ciudadanos.

En Paraguay un alto porcentaje de los contagiados con el virus son médi­cos. El reconocimiento temprano de pacientes que puedan tener el COVID-19, y su inmediato aislamiento social es uno de los elementos clave para conte­ner la propagación del mal. En esa pri­mera línea de combate están los médi­cos generales, los que están en las salas de emergencia, las enfermeras, todos ellos son los primeros en atender a los pacientes que no saben si son o no por­tadores del virus.

Ante un coronavirus altamente conta­gioso las precauciones estándares no son suficientes. Los médicos y enfer­meras no pueden seguir chequeando de cerca a los pacientes como si se tratase de una simple gripe, sin los recaudos necesarios. Cada médico y enfermera contaminado es un soldado menos en esta guerra, deben tener las armas suficientes porque ellos son la primera línea de defensa.

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Este es el momento de sacrificios, el de todos, sin distinción. Cada centavo en las arcas del Estado es fundamental, cada moneda que podamos aportar al fisco con el pago de nuestros impuestos y otros compromisos con el Estado son vitales, porque van a fortalecer nues­tro débil sistema de salud.

Como ciudadanos, nos compete cui­dar a nuestro personal de salud con el cumplimiento de las directivas de las autoridades de salud. En esta etapa, una de las orientaciones más impor­tantes es quedarnos en nuestras casas, cumplir el distanciamiento social si debemos salir al exterior y hacerlo por estricta necesidad, para evitar ser con­tagiados y contagiar.

No acudir a los hospitales salvo las instrucciones de los médicos, para no saturar nuestro frágil sistema de salud. Acudir a los servicios telefónicos de emergencia únicamente cuando el cuadro es realmente grave, el colapso de las líneas impide la atención de las verdaderas llamadas urgencia. Cuidar de nosotros es cuidar de los demás y de nuestros médicos y enfermeras que estarán lidiando con los casos reales.

La responsabilidad sobre lo que leemos y compartimos en redes sociales y gru­pos de chat. La catarata de informacio­nes falsas de todo tipo sobre el COVID-19, teorías conspirativas, las recetas mágicas o falsos consejos de preven­ción, también perjudican a la lucha de las autoridades para frenar al virus, colapsa farmacias y supermercados generando escasez innecesaria.

Es urgente que el Estado y los ciuda­danos cuidemos de nuestros doctores, enfermeras y demás personal sanita­rio. Por la pérdida de cada uno de ellos, no solo perdemos a quien nos pueda atender si somos el próximo conta­giado, sino que además perdemos todos ante la pandemia.

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