El Presupuesto General de la Nación para el 2020 fue promulgado recientemente como ley de la República. La semana pasada se dio a conocer el decreto que reglamenta la utilización de esa ley y, posteriormente, el Ministerio de Hacienda emitirá el plan financiero en forma de decreto. Este plan financiero es el corset que impondrá el Gobierno Nacional a las instituciones públicas para no malgastar en los primeros meses del año el presupuesto hasta que se tenga una idea del comportamiento de las recaudaciones fiscales. Es el freno que cada año el poder administrador trata de instalar en la maquinaria estatal.
Pero, a pesar de estos elementos que pretenden poner raya a la mala utilización de los fondos públicos, la propia ley de presupuesto tiene el grave defecto de destinar tres veces más fondos para salarios frente al presupuesto que se dará a las inversiones públicas. Es el esquema presupuestario vigente el que tiene en su estructura la deficiencia de destinar más dinero a los gastos corrientes que a los de capital.
De todas las erogaciones presupuestadas para este año, el Estado (Ejecutivo, demás poderes, entes descentralizados, empresas públicas, etc.) tiene previsto gastar 25,4 billones de guaraníes en remuneración al personal. En tanto que para las inversiones públicas destinará 7,5 billones de guaraníes. De los 32,9 billones de guaraníes que erogará este año por ambos conceptos, el 22,79% irá para realizar obras públicas y otras inversiones, en tanto que el 77,20% se utilizará para abonar los salarios de los empleados públicos. Dicho de otro modo, de cada 4 guaraníes que gastará el aparato estatal, algo menos de un guaraní (91,1 céntimos) será para las inversiones.
En la actualidad, el Estado cuenta con 304.804 empleados en las diferentes dependencias que cobran salarios y otros beneficios según la especialidad y el rango. En el 2019, el Gobierno Nacional, de cada 100 guaraníes recaudados por los tributos y otros ingresos fiscales, 75 guaraníes los usó para pagar los salarios del sector público, por encima de lo que se había alcanzado en el 2018 cuando se destinaban para sueldos 71 guaraníes de cada 100 percibidos.
Del total de las recaudaciones tributarias obtenidas por el Ejecutivo durante el 2019, la suma de 17,7 billones de guaraníes, que representa el 75%, se utilizó para pagar salarios de la administración central. En tanto que 2 billones de guaraníes, el 9%, se destinaron para cubrir la deuda pública, y otro 9% más se canalizó a las prestaciones sociales y el 4% para el pago de jubilaciones. Solamente 701.000 millones de guaraníes, el 3% de lo recaudado, se usaron para financiar las inversiones del Estado. Gran parte de las obras se pagó con dinero prestado.
El año pasado cerró con un déficit fiscal de 6,7 billones de guaraníes, que representó el 2,8% del Producto Interno Bruto (PIB), un porcentaje mayor al 1,5% establecido como tope por la Ley de Responsabilidad Fiscal (LRF). Como consecuencia de la caída en las recaudaciones fiscales y el incremento de las erogaciones, el ejercicio presupuestario del 2019 culminó con una rigidez presupuestaria del 97%, el porcentaje más alto alcanzado en los últimos cuatro años.
Observando las cifras del presupuesto para este año, puede verse que todos los vicios administrativos y deficiencias en la utilización de los recursos estatales se repetirán. Con el agravante de que en vez de disminuir los gastos públicos ineficientes se van a incrementar y que en lugar de utilizar lo que se recaudará mediante la nueva ley tributaria, los recursos irán a parar en salarios y otros gastos que no reportan ninguna utilidad.
La constatación de que este año el Estado gastará en salarios tres veces más que en las inversiones es un asunto que no debe pasar desapercibido. Acaso se diga que no es una novedad. Y por ser algo que se repite siempre y constituye una grave deficiencia en la conducción del país es que se debe poner freno al despilfarro de los fondos públicos lo antes posible.
Es una seria obligación política, administrativa y ética de las autoridades que tomen medidas en esa materia en el más breve plazo.