Estamos terminando el octavo mes del año. Observando todo lo transcurrido hasta ahora, con el fuerte debilitamiento de la economía, incluso con la incertidumbre política que se ha sufrido, se puede afirmar que el 2019 está entre los peores años de la última década. Los indicadores económicos y la percepción que se tiene de la realidad revelan que el país pasa un momento delicado, lo que conlleva la necesidad de asumirlo honestamente y de actuar en consecuencia. No se trata de regodearse con los vientos negativos que soplan, sino de hacer un diagnóstico acertado para determinar qué hacer y así salvar la situación.
De acuerdo con el dictamen de algunos especialistas, la economía paraguaya se encuentra ahora en una recesión, término que en los sectores oficiales no se quiere utilizar por su fuerte connotación negativa, pero que es un hecho cierto desde que los números que se conocen así lo determinan.
Oficialmente, se define como recesión cuando durante dos trimestres sucesivos la tasa de crecimiento del PIB es negativa. Pero al margen de la puntillosidad de los manuales, esa situación se da cuando de hecho la actividad económica se reduce, disminuyen el consumo y la inversión y aumenta el desempleo, como está ocurriendo en el país desde hace varios meses.
La conjunción de diferentes factores adversos como las malas condiciones climáticas, la menor ejecución de las obras públicas en los 10 primeros meses de la actual administración, la difícil situación de Argentina y Brasil que influye aquí, además de la crisis política reciente, han terminado por dibujar una coyuntura preocupante. Cosa que se reflejará finalmente en el resultado económico del año, por lo que se estima que el PIB prácticamente no crecerá o incluso que tendrá un saldo negativo, según algunos.
Lo que corresponde en consecuencia es adquirir conciencia de esta realidad y asumirla con responsabilidad. Admitir con sinceridad que estamos en recesión no implica necesariamente una mala propaganda para el Gobierno, aunque normalmente a los políticos no les gusta reconocerlo. Pero cuando una persona tiene todos los síntomas de una enfermedad, hay que admitir que está enferma para comenzar a darle la medicación que requiera. De nada sirve negar la realidad.
Hay que admitir que en la actualidad las autoridades nacionales finalmente han reconocido el momento delicado de la economía, pero para ello tuvieron que pasar 9 meses de vacas flacas, pues recién en mayo abrieron los ojos. Por ello tardaron en actuar y esa tardanza es una de las causas del estado de cosas a que se ha llegado.
Como no se trata de echar la culpa a nadie ni de sembrar reproches, lo importante es adquirir conocimiento de los hechos para comenzar a trabajar con rapidez y eficacia.
Ya pasó el ramalazo de la crisis de julio y terminando agosto se están calmando los ánimos políticos. Hay que insistir en consolidar la estabilidad política por todos los medios y la necesidad de desterrar cualquier forma de desconfianza mediante un comportamiento sensato de la clase política.
El Gobierno debe convencerse de que su prioridad absoluta en este momento es la economía, razón por la cual debe tomar todas las medidas necesarias para reactivar la actividad económica. Debe apurar más las inversiones. A través del Banco Central tiene que dar facilidades especiales para el crédito a los sectores más golpeados, como el agro, que tiene que pagar sus cuentas y necesita dinero para ello y así volver a invertir. Tiene que concertar acuerdos con los comercios, como supermercados y afines, para impulsar el deprimido consumo. La construcción tiene que recibir ayudas especiales como planes financieros y otros estímulos para que repunte su actividad. Hay que articular incentivos para el turismo de compras para que venga más gente haciendo programas especiales en los países vecinos para atraer visitantes.
Todos los ministerios, secretarías y organismos del Estado vinculados a la economía deben abandonar su rutina y salir a trabajar con las empresas y la gente con planes especiales para reactivar la producción, el comercio, la construcción y el consumo.
El país necesita la creatividad y la entrega de todos para salir adelante. El Gobierno debe asumir la iniciativa y dar el ejemplo de trabajar e impulsar la economía.