La presunta respetuosa solidaridad del intendente Mario Ferreiro con su tocayo y “supuesto” par, Mario Abdo Benítez, más que un gesto de respeto o solidaridad “entre pares”, o, incluso, como podría interpretarse, dado que en las condicio­nes actuales del panorama el juicio político al Presidente en el recuento de votos, parece ser bastante improbable. Mientras que la indigna­ción contra el intendente parece cada día más general y abrumadora, mientras el electorado capitalino reclama cada vez con más indigna­ción y más gritos y más indignados gritos su inconformidad, más en una fecha en que Asun­ción debería estar de fiesta por su aniversario, mientras que más se parece a un vertedero, a un inmenso basural, con avenidas y calles intran­sitables, y hasta veredas intransitables en el mismo centro de la ciudad.

El contraste oportunista que el intendente esgrimió sobre las “sillas en peligro” parece más bien eso, un acto de oportunismo para recla­mar “respeto a la autoridad”, pensando más en él y su gestión calamitosa, llena de denuncias sobre irregularidades, abuso de atribuciones y nula transparencia con un intendente que ha dado desde el comienzo de su administración hasta hoy preferencia a obras dudosas, que aún no han sido justificadas, y con una escandalosa falta de inversión en la ciudad madre que hoy se encuentra más desamparada y ruinosa que nunca, mientras que el intendente y su equipo ni siquiera tienen el coraje de asumir su obligación de informar sobre el uso del dinero público.

No es extraño que, en estas circunstancias, el intendente haya preferido tirar la pelota a la can­cha del Presidente y quedar él como un predi­cador de la democracia, lo que se refuerza con que su única expresión coherente haya sido para prever consecuencias futuras y no tanto: “A mi criterio, los mandatarios legítimamente elegidos por la ciudadanía deben culminar y ser juzgados posteriormente… En Paraguay la gente está con muy poca paciencia últimamente y le exige a las autoridades muchos resultados”; en esta refe­rencia, sin duda, el mensaje va más dirigido a su gestión que a ninguna otra.

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Y si la ciudadanía ha adoptado el marcante “Desastre ko Marito” probablemente si se elige uno para Mario no será menos contundente que “Catástrofe ko Mario”. Las condiciones de nues­tra Madre de Ciudades, lamentablemente, hoy no dejan lugar a otro calificativo.

Al intendente tampoco le faltó tiempo para la publicidad, oficio en el que, definitivamente, parece que tiene más experiencia, y anunció que hay 18 proyectos en ejecución y “también hay ideas de construir obras de gran envergadura”. El anuncio de lo por hacer, en vez del recuento de lo que hasta ahora ha hecho, no significa otra cosa que una nueva dosis de “bolaterapia” que es difícil de creer, ya que ni siquiera dio un dato con cierta dosis de realidad y, ni siquiera, de cre­dibilidad, ya que con los antecedentes su admi­nistración “catástrofe ko Mario” no queda nin­guna esperanza para la credibilidad. De hecho, la forma improvisada en que se hizo el anuncio parece más un chiste de mal gusto que una pro­puesta de la administración de la capital de una ciudad.

Por último, y por ello sin duda no menos impor­tante sino más, está el factor tiempo, que al intendente parece no importarle, ya que lo que viene haciendo es patear la pelota hacia delante sin objetivo ni resultado alguno. Mario no tiene que olvidar que a Marito se le está cuestio­nando la gestión de su primer año en el poder, es decir, una gestión que comienza, mientras que lo que nos plantea Mario es cuando ya se están barajando las candidaturas para el próximo período municipal. ¡Ni que estuviera haciendo ya campaña para él o uno de sus correlíes para la próxima elección!

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