Para superar la mayor crisis política que ha tenido hasta el momento, el Gobierno debe construir ahora con mucha inteligencia la estabilidad en todos los ámbitos de la vida nacional. El Paraguay necesita imperiosamente estar tranquilo en todos los sectores para poder concretar día a día el mejoramiento de la economía, la consecución de los objetivos sociales, por lo que la política debe manejarse con prudencia y sabiduría, dejando de lado las apetencias de grupos, en aras del interés superior.
Antes que nada, tiene que superar el temporal causado en su estructura por los desaciertos que provocaron la salida del Gobierno de poderosas figuras del entorno presidencial. El Palacio de López debe reponerse rápidamente de los golpes acusados en los últimos días y comenzar a pergeñar una estrategia de conducción que pueda llevarle a cumplir los objetivos nacionales.
El Presidente debe comprender que la reacción que produjo en toda la ciudadanía el espurio acuerdo con Brasil es un acto de legítima defensa del país que al final ayudará a su administración a llevar las cosas por el camino apropiado. Tiene que admitir que se equivocó por la cuestionable actuación de sus colaboradores y buscar enderezar lo realizado.
Para ello, más que nada, tiene que rodearse de la mejor gente, con gran espíritu patriótico y fuerte entereza moral, que le ayude en la misión de conducir el país.
Una de las primeras tareas es gestionar con Brasil la anulación del acuerdo bilateral cuestionado por la ciudadanía, asunto que no será fácil. El vecino país seguro que se opondrá a ello porque va contra sus intereses y recurrirá a exigir el cumplimiento del pacto acordado y que ahora se quiere eliminar. Probablemente no aceptará una nueva negociación sobre el tema ya pactado.
Y ahí entrará a tallar la capacidad técnica, la habilidad diplomática y sobre todo el patriotismo de los negociadores paraguayos. Paraguay no tiene por qué retroceder en las ventajas ya obtenidas en las negociaciones de años anteriores y que en la práctica son un derecho adquirido.
Ahora se sabe que el acuerdo se firmó bajo la extorsión financiera de Brasil, que realizó todo tipo de presiones y maniobras, por lo que el documento firmado el 24 de mayo no se puede aceptar bajo ningún concepto, cosa que hay que dejarle saber a las autoridades del vecino país. Somos socios en la binacional, pero la extorsión es inconcebible y admitirla sería ir contra nuestra soberanía como nación.
Las negociaciones que se inicien ahora con los socios brasileños tendrían que hacerse con la mayor transparencia posible, teniendo como propósito la plena soberanía paraguaya en lo que le corresponde en el manejo de la hidroeléctrica. Y debe tender a que en el plazo más breve posible el Paraguay pueda utilizar el 100% de la energía que le corresponde vendiéndola a las industrias y empresas que se afinquen en el país para provecho nuestro.
Está visto que al Paraguay no le sirve de mucho ceder la energía nacional a Brasil a precio de regalo cuando podríamos venderla a precio de mercado y hacer que la maquinaria industrial funcione ampliamente aquí dando empleo a miles de compatriotas. Felizmente, durante gobiernos anteriores ya se hizo la conexión eléctrica a territorio nacional de las dos grandes líneas que salen de la usina con energía paraguaya y van al Brasil para que podamos utilizarla en su momento. Faltaría ahora que la Ande invierta más en nuevas líneas de transmisión para que eventualmente toda la electricidad que corresponde a Paraguay se pueda traer de Hernandarias a los centros de consumo del país.
Para el Poder Ejecutivo, esta crisis debe dejar varias lecciones que aprender. Y una de ellas es que debe trazar una hoja de ruta bien definida con propósitos claros. Y uno de ellos es hacer valer la soberanía paraguaya sobre la parte de Itaipú que le corresponde.
Este es el momento de buscar por todos los medios concretar la estabilidad de las instituciones, dar sosiego a empresas y trabajadores, previsibilidad a la actividad económica y tranquilidad a la ciudadanía para seguir trabajando. Hay que mirar el futuro con optimismo, redoblar los esfuerzos e intensificar la tarea cotidiana de afianzar el progreso y el bienestar de la mayoría de los paraguayos.