El crecimiento económico del país será muy bajo este año debido a numerosos factores en que el Gobierno tiene su cuota de responsabilidad y externos debido a la crisis en países vecinos. Esto es lo que revelan los números fríos de los indicadores de los últimos meses cuyo comportamiento en definitiva tiene su repercusión en la sociedad. Por ello, las autoridades nacionales están obligadas a corregir la situación para enmendar su actuación.

Una reciente proyección del comportamiento de la economía pronostica que este año el crecimiento del producto interno bruto (PIB) llegaría apenas al 1% y que incluso, si no mejoran algunos sectores, podría ser menos.

Los analistas explicaron que ese bajo incremento se debe al freno de la inversión pública y porque no se realizó la contención de los gastos corrientes como se debería, hechos a los que se suma el bajón de las recaudaciones tributarias. Esto ha acontecido con el escenario regional desfavorable, que también influyó aquí.

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De acuerdo con los registros del Banco Central del Paraguay (BCP), hubo seis meses consecutivos de contracción interanual en la economía, que calificaron los analistas como el peor resultado de los últimos años. Resaltaron que los indicadores negativos se dieron no solo en la agricultura, la ganadería y la producción energética, sino también en el consumo, las importaciones, exportaciones y las inversiones.

Los datos de los organismos públicos especializados lo confirman. Así, por ejemplo, la importación de bienes, que en lo que va del año disminuyó en proporciones importantes. La compra del exterior de los productos de consumo declinó en 11,9%, en tanto que la de materia prima disminuyó en 7,9% y la de maquinarias, en 2,2%.

Las exportaciones, que hasta el primer trimestre habían tenido una declinación del 6,1% al final del semestre, ya alcanzaron un bajón del 9,8%, lo que significa una disminución proporcional en el ingreso de divisas al país.

Uno de los aspectos más llamativos, porque se da en un sector muy sensible, es que la exportación de piezas de autopartes tuvo una caída del 10,9% de enero a junio, sin que se viera influido por el arancel del 16% que Brasil había aplicado desde el 1 de julio y que luego suspendió.

En el sector público no están mejores las cosas, dado que las recaudaciones no crecieron como se había previsto y requiere el gasto estatal. Sobre todo porque las percepciones aduaneras tuvieron una disminución del 8,9% que se atribuye al comportamiento negativo de las importaciones. El incremento de lo recaudado por la Subsecretaría de Estado de Tributación (SET) ayudó a paliar el déficit de los ingresos fiscales, que no estaba previsto en los papeles previos.

Esta realidad ha hecho que el propio Equipo Económico redujera la previsión de ingresos fiscales para este año. Por ello, se aguarda que el incremento de la recaudación impositiva que se esperaba del 7,2% sobre la obtenida en el 2018 llegue tan solo al 5% en el ejercicio fiscal actual. Lo que significa que el fisco recibirá el equivalente a 78,5 millones de dólares menos de lo previsto para este año. Esto implicará recortar gastos que esperemos no alcance a las inversiones o a programas de proyección social.

Hacer un diagnóstico lo más ajustado posible de la realidad, que para algunos puede ser pesimista o negativo, no es una contrapropaganda para el Gobierno, como creen en el oficialismo, sino un acto de honestidad intelectual. Porque sin un buen diagnóstico que reconozca los detalles de una enfermedad, difícilmente se podría remediar el mal.

Hay que recordar que hasta mayo pasado, el Ejecutivo no había reconocido públicamente la mala situación económica del país, acaso por la dificultad de los políticos de aceptar ciertos hechos. Luego el propio titular del Gobierno lo admitió, aunque tardíamente, y, preocupado, trató de movilizar a su gabinete para reaccionar. Su principal defecto fue no captar a tiempo los síntomas de la realidad y, en consecuencia, no poder actuar con la debida rapidez.

Los números del primer semestre del año no son para alegrarse y de esa realidad es responsable en parte el Gobierno. Por ello, el Ejecutivo no tiene otra salida que enmendar sus errores y actuar con prontitud y eficiencia para que el país pueda salir de este mal momento.

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