El aumento salarial concedido por el Congreso a 2.123 funcionarios de 36 instituciones públicas sin el previo concurso ni haber tenido en cuenta los procedimientos establecidos en las disposiciones vigentes demuestra la poca seriedad de algunos organismos del Estado. Pero también revela muy claramente para qué muchas instituciones estatales quieren más recaudaciones y aumentos de impuesto: para tirar el dinero en gastos superfluos en lugar de aumentar las inversiones y los gastos de capital. No les importa realmente la buena administración de los recursos públicos, sino alimentar la imponderable angurria de la clientela política cada vez más abundante.Sobre ese fenómeno se han pronunciado los exponentes de los gremios empresariales que comentaron la curiosa historia de los aumentos de salario concedidos por el Congreso, criticados inicialmente por Hacienda y luego aprobados por el ministro, quien finalmente decidió suspender los pagos debido a la presión de la opinión pública.

Directivos de la Unión Industrial Paraguaya (UIP) y de la Asociación Rural del Paraguay (ARP) señalaron que no tiene sentido pagar más impuestos para engordar el clientelismo político en lugar de invertir más en educación, salud y seguridad. Se quejaron de que, en los últimos años, los salarios públicos fueron creciendo a medida que se recaudaba más mediante las reformas tributarias que se han venido realizando.

Dijeron un no rotundo a cualquier modificación tributaria que pretenda aumentar la carga fiscal sobre los contribuyentes porque el Estado ha demostrado que no sabe administrar adecuadamente los recursos públicos para las necesidades reales del país como son la educación, la salud, las inversiones sociales e infraestructura.

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De acuerdo con directivos de la UIP, sin necesidad de aumentar los tributos el Estado puede incrementar sus recaudaciones haciendo más eficiente su aparato recaudador, disminuyendo la evasión, persiguiendo la informalidad y haciendo que la gente que no paga impuesto y debe hacerlo comience a tributar como corresponde. Se estima que la evasión fiscal está en nuestro país entre el 35% y 40%, con lo que disminuyéndola se obtendrá una importante mejora en las percepciones fiscales.

Otra fórmula que sugieren los empresarios para darle más rendimiento a las finanzas públicas es que el Estado mejore la calidad de su gasto. Es decir, que disminuya las erogaciones improductivas y rígidas como los salarios y otros gastos corrientes y que destine el dinero ahorrado a las inversiones en los sectores más importantes para mejorar la calidad de la educación y capacitación de niños y jóvenes, además de hacer que la salud y otros servicios destinados a la gente crezcan en calidad y cantidad, que es lo que se llama inversión en el capital humano.

Teniendo en cuenta estas consideraciones, el Ministerio de Hacienda ha hecho bien en frenar el pago de los tan cuestionados aumentos salariales solicitados por muchos organismos públicos y concedidos por el Congreso sin conocimiento de la cartera fiscal.

Aparte de la desprolijidad con que se manejó el tema, que es lo que cuestionaron las autoridades de Hacienda, el asunto de fondo es que no se deben aumentar los gastos fijos del Estado por meros pedidos de la clientela política sin considerar la necesidad de racionalizar las erogaciones públicas. Antes que dar esos incrementos salariales que costarán cerca de 4 millones de dólares al año, el Gobierno debe disminuir sus gastos improductivos y, en vísperas del estudio de una reforma impositiva, dar muestras concretas de qué hará con los fondos que se van a recaudar sin seguir con el despilfarro de siempre.

El Poder Ejecutivo, que con el mencionado aumentazo ha demostrado una tremenda desprolijidad y relajo administrativo, debe tomar serias medidas para terminar con el caos interno y ordenar su propia casa.

No se pueden manejar los asuntos del país con tanta irresponsabilidad como la demostrada en esta ocasión. Los intereses del Estado son algo serio y la ciudadanía legítimamente espera de sus autoridades responsabilidad, capacidad y honestidad en el manejo de la cosa pública.

Definitivamente, el Gobierno debe recaudar mucho más mejorando su gestión y empezar a gastar menos.

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