Durante la homilía del tedeum rezado en la Catedral de Asunción el 15 de mayo, el arzobispo realizó una clara exhortación a combatir la corrupción y la impunidad en nuestro país. Para ello llamó a reformar el sistema judicial, a depurar y sanear estructuralmente las instituciones públicas y contar con jueces y fiscales probos en todas las instancias judiciales.
El pastor arquidiocesano fue muy contundente a la hora de pedir a las autoridades que tomarán el mando del país en agosto próximo a enfrentar lo mencionado como uno de los principales desafíos que tendrán. Pero también fue muy claro al señalar que esta es una tarea que nos compete a todos los ciudadanos y no solo a las autoridades ni a la clase dirigente del país.
Por eso habló en plural y nos involucró a todos señalando que “un primer gran desafío patriótico que tenemos como comunidad nacional es demostrar una firme voluntad para consensuar estrategias y mecanismos viables que ayuden a vencer el estado de corrupción e impunidad que permea nuestras instituciones y priva a nuestro pueblo de los recursos imprescindibles para lograr condiciones de vida digna y plena para amplios sectores de nuestra sociedad que viven en la indigencia y en la pobreza y pobreza extrema”.
No está demás destacar que siguió señalando la tarea a realizar como una responsabilidad de toda la sociedad. Por eso consignó que “para vencer la corrupción y la impunidad debemos impulsar con voluntad firme la reforma del sistema judicial y penitenciario, la depuración y el saneamiento estructural de las instituciones públicas y contar con jueces y fiscales probos en todas las instancias judiciales”. No dijo “se debe impulsar la reforma judicial” sino “debemos”, en primera persona del plural, como una tarea que debe asumir la ciudadanía como comunidad nacional. Ya que solo así tendremos una justicia proba e independiente, que será la mejor garantía para consolidar la democracia en el país.
Y así, como una tarea que nos involucra a todos, lo entendió el presidente de la República electo, al comentar la homilía del obispo. Cuando los periodistas le pidieron su opinión sobre la prédica, resaltó que es una corresponsabilidad de los paraguayos, que entre todos debemos enfrentar los desafíos para transformar nuestra realidad o mejorarla.
Si bien lo dicho por el arzobispo no representa la postura oficial e institucional de la Iglesia en el Paraguay, que solo habla de ese modo en los documentos de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), es la opinión de la máxima autoridad eclesiástica de la Arquidiócesis de Asunción y el obispo primado de la República del Paraguay. Y por provenir de quien viene el mensaje leído durante el tedeum del martes tiene un gran peso doctrinal y político.
La tarea de construir una sociedad y un país cada vez mejor, que sea más justo, que atienda el bienestar de la mayoría y otorgue oportunidades de empleos y estudios a cada vez mayor cantidad de gente es un trabajo constante, un largo proceso que requiere precisamente el concurso de todos. Mejorar las instituciones, sanear las grandes estructuras que conforman un país son tareas que solo pueden concretarse con la participación de las mayorías ciudadanas, impulsadas por sus autoridades, pero realizadas con el consenso y la contribución de todos.
En ese sentido ha sido muy oportuna y saludable la exhortación realizada por el obispo primado del Paraguay que el día de la patria, frente a las autoridades nacionales actuales y las que gobernarán el país en los próximos cinco años, pidió vencer la corrupción, sanear las instituciones y reformar la justicia como una tarea de todos.

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